¿Quién dijo que las terrazas fueran exclusivas del verano?, ¿quién creyó que el uso y disfrute de mesa y mantel sobre los tejados de Madrid fuera privilegio de las épocas más cálidas del año? Como sabemos que lo tuyo es siempre llevar la contraria y caminar por el lado más salvaje de esta vida, ¿por qué no hacer lo propio con un plan propio de los más atrevidos y de los que pretenden buscar ese algo diferente? The Hat es tu dirección secreta… Bueno, ya no tan secreta.

Con un divertido sistema de reservas, los lunes podrás conseguir mesa para los viernes y optar a su particular menú especial

Situado en la azotea del hotel que no es hotel pero sí hostel que es The Hat, su coqueta terraza es la joya de la corona de este edificio restaurado por el estudio de arquitectos de Jesús Manzanares en perfecta simbiosis con Aaprile, encargado del interiorismo. Un bombón listo y preparado para recibir a la misma clientela que conseguían mesa en primavera/verano y que no quieren abandonar las otras dos estaciones a su suerte y desconsuelo. Un lugar perfecto, en mitad de La Latina, donde comer y beber frente al cielo de la capital y donde disfrutar de un día diferente y que lo más seguro repitamos.

Una terraza que las estaciones más frías permite resguardarnos de las bajas temperaturas en su invernadero de cristal  y desde donde poder degustar desde una sabrosa quiche, tosta de queso  de cabra con cebolla caramelizada, pincho de tortilla de patatas cremosas, milhojas de ventresca a una cazuela de garbanzos con espinacas y langostinos, miniburgers con pan negro, molletes de pastrami para no vegetarianos y un brownie con helado de violeta como mejor broche a una sobremesa que se plantea más que interesante.

Si eres de los que siempre espera al último momento para hacer la reserva y fallas y vuelves a fallar en la aventura de conseguir mesa en The Hat, pincha en esta web (comidasdelaslargas@thehatmadrid.com) y consigue convertirte en uno de los 50 comensales que los viernes podrán disfrutar de un menú especial sin prisas y sin más límite en el horizonte que los bellos cielos de Madrid.