En el Carrer de Rocafort del barcelonés Eixample Esquerra, existe un pequeño gran reducto donde evadirse del mundanal ajetreo a través de innumerables brebajes e inmejorable ambiente. Una especie de Galia que resiste sin problemas, tanto al paso de los años, como a los repentinos cambios de tendencias. Todo, gracias a la perspicacia y buen hacer coctelero de su alma máter, el escocés Mike Cruickshank y su poción mágica atemporal: el gin-tonic. Se llama Xix Bar, y en su currículum encontramos que en el 2005 se convirtió en la primera coctelería de la Condal, en especializarse, precisamente, en este famoso combinado.

Su fórmula de «seriedad en el servicio, informalidad en el ambiente” ha resultado ser verdadera ambrosía para los urbanitas

Uno puede pensar, «¡lo que ha llovido desde entonces!», pero lo cierto, es que aunque muchos predijesen la muerte inminente del gin-tonic, este trago ya ha traspasado la barrera de la moda, para establecerse como clásico infalible, recurrente, digestivo y delicioso. Y en el caso de Xix Bar, el haber permanecido fieles a sí mismos, le ha traído como recompensa convertirse en una parada inequívoca. Quizás tenga algo que ver que, en estos 11 años de vida, esta emblemática coctelería ha servido más de medio millón de combinados, y para celebrarlo le han dado un pequeño y meditado vuelco a su aspecto. Esta renovación se la han confiado al interiorista Oriol Llach, del despacho Lbo Interiorismo (encargados del diseño de Balius Bar, también de Mike Cruickshank), que el propio Cruisckshank describe como “un proyecto que ha preservado la idiosincrasia del lugar: una coctelería un poco canalla con respeto por la tradición y la memoria y con mucho sentido del humor». También destaca la renovación de la imagen del Xix Bar, a cargo del equipo de Sterling Cooper BC, quiénes se han inspirado en las antiguas etiquetas de ginebra.

El Xix Bar de alguna manera representa una forma diferente de entender la coctelería, donde la tradición, el buen hacer y la elegancia, se dan encuentro en un ambiente canalla, que busca escapar del tradicional esnobismo en estos derroteros. Su fórmula de «seriedad en el servicio, informalidad en el ambiente” ha resultado a lo largo de estos años ser verdadera ambrosía para los urbanitas. Y a día de hoy, con renovación incluída, ya se pueden jactar de ser una coctelería con solera, elegancia canalla, más de 300 referencias de ginebras y mucho camino todavía por andar.