“La vida es profunda en su sencillez”, escribió Charles Bukowski en su novela Hollywood. “El secreto reside siempre en la sencillez: para una verdad profunda, para hacer las cosas, para escribir, para pintar”. A ello me gustaría añadir: para ser feliz, para cocinar, para comer. Pocos placeres mayores existen en la vida que un buen plato de comida que llevarse a la boca. Olvidaros de las palabras gourmet y gastronomía. Hablamos de la tierra y de sus frutos, de las olivas, del buen vino… De productos de temporada cultivados, conservados y cocinados con respeto, con humildad. De cocina honesta y con sentido, que no solo aprende de su historia sino que la honra. Hablamos de cocina libanesa, posiblemente una de las mejores del mundo. Y hablamos de IAKNI, el restaurante por excelencia donde descubrirla y disfrutarla en Barcelona. ¡Salud! F: Todas las imágenes de Raquel Bueno

Miguel le envía a su hermano la mejor materia prima del Líbano. En Barcelona, Ralph la sirve con el corazón en la mano

La característica hospitalidad árabe llega a niveles extraordinarios en este bonito local de diseño minimalista de Sant Antoni, abierto por los hermanos Ralph y Miguel hace ya un año y medio. Miguel, que regresó al Líbano un año atrás, ahora se encarga de enviarle a su hermano la mejor materia prima nacional y prepara una tienda online que promete regalarnos muchas alegrías. Mientras, en el extremo opuesto del Mediterráneo, Ralph sirve un pedacito de la historia de su país con el corazón en la mano.

Absolutamente imprescindible es probar sus encurtidos, su Tabbule y su Muhammara, la estrella de la carta

Absolutamente imprescindible es probar sus encurtidos, su Tabbule –picado fino de perejil, tomate, cebolla y bulgur– (7€) y su Muhammara –pimientos rojos asados, nueces tostadas y melaza de granada– (6,5€), un clásico libanés que para mi es la estrella de la carta. Su Hummus Bi Tahini –con crema de garbanzos, tahini, garbanzos cocidos y comino– (6,5€), es, como cabe esperar, impresionante. Si lo acompañas con uno de sus Jubz –o pan pita–, todavía más. Y un poco de Baba Ganoush –mutabal de berenjenas, tahini y limón– (6,5€) nunca le hizo daño a nadie… Este, desde luego, no. 

El plato fuerte llega con su Shawarma –tiras de solomillo marinadas en canela y vino tinto– (8€); que tuve el placer de probar en primicia en su versión vegana con tofu ahumado aderezado con siete especias, vino tinto, tahin y semillas de mostaza. Un escándalo en mayúsculas que soñarás con volver a devorar. ¿De postre? Fantasía. En forma de uno de los mejores que he probado en la vida: su Kanafeh, un pastel de fideos kadaif con mantequilla y queso similar al requesón, cocinado a fuego lento, empapado en almíbar y espolvoreado con pistacho. Un par de trozos de su delicioso Halva ponen el broche de oro a esta experiencia culinaria perfecta, que termina en el fondo de un chupito fresquito de Arak, un licor libanés similar al Anís que te hará olvidar que sigues en Barcelona.