Poder disfrutar de esos bares de siempre, como si no hubieran pasado los años por ellos, es un placer que cada vez se hace más difícil de experimentar. Menos mal que existen lugares como Txirimiri que, recuperando ese sentir y esos buenos ratos alrededor de un carajillo o un buen pincho (perdón, pintxo) de tortilla, celebran que también lo de antes no estuvo nada mal. F: Todas las imágenes cortesía de Txirimiri © Txirimiri.

Tanto si estás buscando un rico lugar para perderte o necesitas de un catering para agasajar a tus invitados más selectos, Txirimiri tiene las armas culinarias necesarias para que te marques una buena muesca en el revolver

Situado cerca del Templo de Debod, aunque disponen de algún que otro local más repartido por Madrid, Txirimiri es toda una oda al producto patrio del norte, a esos sabores intensos y profundos de su particular recetario geográfico.

Una vuelta a las barras, que tantas horas nos han visto bebernos la vida, y a esos pintxos que nos la han devuelto después de un día estresante, gris o, sencillamente para olvidar. Elaboraciones sobre pan realizadas por el presidente Chema Larrañaga que se bate en duelo con el chef Toni Pérez, que sabe cómo darle vida a esas pequeñas creaciones por todos conocidas con las que han hecho posible que Txirimiri tenga una lista de parroquianos interminable.

Una taberna como las de antes donde dejar que el tiempo pase, porque al reloj es a lo que menos vas a estar al tanto, sobre todo tras el desfile sobre la mesa de platos como su txistorra arbizu de Juan Flores a la sidra, el lingote de vaca madura, el pintxo de sardina ahumada, las zamburiñas a la parrilla, las piparras en tempura, las fajitas de carpaccio de buey, las anchoas con tomate rallado, el torrezno acevichado, el pan bao de oreja de cerdo crujiente, la tortilla de patata con cebolla bien jugosa, el taco de rabo de vaca, sus cremosas albóndigas, la cazuela de bacalao a la vizcaína, los txipirones a la plancha y una tarta de queso donostiarra o una crema de arroz con leche, como hace mucho que no habíamos vuelto a saborear. ¿No babeas? Pues ya sabes lo que hacer. ¡Disfrútatelo!