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Sara Rodero

Con una apuesta honesta por platillos españoles y catalanes, con toques de gastronomía italiana, Can Bo presenta su nueva propuesta de menú de bocados clásicos y sabores fácilmente reconocibles. El restaurante del Grand Hotel Central Barcelona, capitaneado por los chefs Oliver Peña y Lorenzo Cavazzoni, hace gala de los ingredientes de calidad como enseña. La preferencia por los productos de proximidad (alcachofas de El Prat, quesos de formatgeries catalanas) también está presente en la carta.

En pleno corazón de Ciutat Vella, el restaurante lleva el concepto de tapas y platillos a una experiencia gastronómica exquisita. La carta es el perfecto equilibrio entre fusión y modernidad y hace viajar al comensal entre las dos penínsulas, con sutiles guiños. Entre sus nuevas propuestas, destacan las tagliatelle frescas de Lorenzo con ragú de rabo de toro. Una deliciosa incorporación con la que el chef rinde homenaje a la receta de la pasta fresca de la nonna.

El reencuentro del chef Oliver Peña, tras el Bulli Hotel/Hacienda Benazuza, con la cocina clásica

Formado en el mundo de la alta cocina moderna y creativa, para Peña, Can Bo representa su reencuentro con la cocina clásica. Con motivo de las nuevas incorporaciones de la carta, el chef también recupera su tradición familiar en los puerros al carbón con salsa romesco. La receta de la célebre salsa de los calçots nos confiesa que es obra de su madre. Otro de los platos que ofrecen una experiencia singular al comensal es la lengua de ternera, que “se elabora en Italia como antipasto frío”, explica Lorenzo. Con salsa verde a base de anchoa, huevos, perejil y vinagre, una acidez que marida a la perfección con el sabor de la carne, y que se completa con encurtidos caseros como la piparra, en un toque de fusión catalana.

Un ambiente cálido y sofisticado con una paleta de color mediterránea

Situado en el número 30 de la Via Laietana, el Grand Hotel Central Barcelona acoge el espacio diseñado por el estudio londinense Sagrada, reconocidos por ser los artífices del The Arts Club en Londres, el hotel St. Regis de Venecia y Maison Breguet en París. Una paleta de colores mediterránea envuelven y dan calidez y sofisticación al restaurante. La luz inunda el espacio durante el día gracias a los grandes ventanales con vistas privilegiadas a la antigua muralla romana. 

El edificio que aloja el hotel tiene solera, ya que en él vivió el político Francesc Cambó a principios del s. XX. Cambó mandó construir una vivienda que no escatimara en lujo: mármol, un jardín interior y decoración de cortes japoneses. Una anécdota de la que bebe el nombre del restaurante, Can Bo, en honor a su ilustre habitante.

La propuesta se completa con una cuidada carta de vinos que «armonizan» — así nos insiste en llamarla el sommelier Andreu Miranda — los platos. Con la experiencia de enólogo en Tickets Bar de Ferran Adrià a sus espaldas, el sumiller apuesta por los vinos de mínima intervención para Can Bo. La carta ofrece un recorrido por diferentes zonas vinícolas, con más de 150 referencias cuidadosamente seleccionadas. Además, ofrece una oferta rotativa de 12 vinos por copa, ajustada a la temporada y al menú, para lograr la combinación perfecta para cada plato.

Una selección de platillos que celebra el ritual de compartir a la par que resalta el producto y la cocina de proximidad. Para más información y reservas, visita su página web.