El frío arrecia, pero a nosotros no se nos quitan las ganas de seguir saliendo a pasear. Por eso, no se nos ocurre mejor manera de aprovechar el viaje que reservando en Araia. Todo un templo para amantes del buen yantar, que pone de acuerdo a crítica y comensal.
¿Te imaginas, a la deriva, en alguna isla de la que te resistieras a volver? Pues bien, tu guarida es Araia, un restaurante de esos a los que hay que llevar acompañante (para vivir mejor la experiencia) y poder hablar de la jugada gastro que, en Araia, sabe a Mediterráneo.
Un proyecto traído a la vida por Pedro Aijón, donde su cocina imaginaria sale bien interpretada a sala por el chef Mauricio Chavarro, pendiente de todo detalle.
Su menú dispuesto en cuatro partes recupera la tradición, mientras la modernidad viene con una fusión de autor irremplazable.
Un Araia donde cocina y sala se unen para que el local recuerde a una parada de puerto sin mar, en mitad de Chamberí, donde cuerdas, barro y elementos náuticos no hacen otra cosa que echar el resto para que la sensación marítima sea impecable.
Un Araia al que ir si quieres conocer de primera mano (perdón, primer bocado), a qué sabe su endibia a la brasa con crema de puerro y nieve de queso Feta, el tartar de remolacha asada con yogur especiado y huevas de trucha, las navajas a la brasa con salsa de vermut, el tershi de calabaza asada con miel y pan para mojetear, los langostinos con suquet de tamarindos y vainas verdes, la codorniz Label Rouge con praliné de anacardos y col, el sish kebab de cordero con pistachos y piparras o el dulzor de su pana cotta de rosas con crema inglesa y perlas de frutos rojos o el cremoso de chocolate con chile, que es una al atrevimiento.
