La cocina basada en la fusión es, sin duda alguna, la tendencia más interesante de entre todos los giros gastronómicos que han venido sucediéndose en nuestro país en los últimos tiempos. La cocina tradicional de toda la vida, veía así complementado su dominio absoluto, incorporando un tipo de gastronomía totalmente respetuosa con lo ya existente que apostaba por la mezcla de texturas, sabores, culturas y estilos para mayor gloria del producto y alegría del comensal. Y uno de los últimos referentes en la capital es, absolutamente, Peyote San.

La sombra del grupo Larrumba es alargada y es que solo hace falta echar un ojo a esa especie de embajada que se ha montado en plena plaza de Colón donde dos de sus últimos grandes éxitos han convertido las noches de los culos más inquietos en verdaderas madrugadas para no olvidar. Hablo de Habanera y Peyote San pero sobre todo, de este último.

Si eres adepto a los brunch de fin de semana, no puedes dejar de reservar de 11 a 14 y entregarte a este chute energético de cocina mitad japonesa, mitad mejicana

Ya desde fuera, este local que une en un mismo ambiente a adictos del sushi mejor preparado y amantes del taco más tradicional, entra por los ojos. Y es que si hay algo que no podemos negarle a esta atípica y cosmopolita cantina es la moderna suntuosidad con que nos recibe (gracias al estudio de interiorismo Proyecto Singular) y que acompaña a la perfección a una carta donde lo informal se hace con el protagonismo y la fusión foodie corre a cargo de los chefs Hugo Muñoz y Roberto Velázquez.

Un restaurante de cuyas raciones no puedo decir que sean generosas pero sí que son aptas  para compartir todas las que puedas (mejor) y sin miedo a nada. Y es que su cocina no está hecha para cobardes. Si no, ¿quién se atrevería a comerse unos buñuelos de pulpo con mayonesa japonesa y salsa takoyaki, el curry japonés de bonito, la costilla de res en teriyaki con encurtidos y yuca frita, sus tacos con gambas en tempura, sus ostras con pozu y pico de gallo, las enchiladas verdes de pollo y queso fresco, sus gunkan de cochinita pibil, el yakimeshi de gambón, los elotitos a la mantequilla y un no parar de platos de nombres sugerentes y mejor sabor?

Los tragos y una carta de cócteles como pocas hayas visto son los únicos culpables de que las noches tornen en madrugadas con premeditación, alevosía y pocas ganas de ir a por el coche que nos lleve de vuelta a casa. ¿Recomendación? Pídanse un Cabify, Uber o taxi de toda la vida y disfruten hasta que el cuerpo o Peyote San digan basta.