A Madrid le gusta la jarana y a los madrileños mucho más. Lo mismo pasa con curiosos, turistas o aves estacionales que se dejan caer por la capital, por los ecos verbeneros que les llegan. Con la apertura de Feria, además, ya tenemos epicentro de lo mejorcito de la gastronomía más festiva. ¿Te pica la curiosidad? No me extraña. ¡Vente a la Feria!

Si no te gusta parar mucho por casa y lo que el cuerpo te pide es apuntarte a un bombardeo, Feria es el restaurante que apuntar en lo más alto de la lista. Un nuevo restaurante situado en la plaza de Tirso de Molina, y con el que los del grupo Imparcial se apuntan el tanto.

Así, entre cócteles, puestos de comida y una estética que nos hace sentir como en el estudio de Walter Gropius (Bauhaus) o Ettore Sottsass (Memphis), Feria retoma el espíritu verbenero para que desde que entres hasta que salgas (lo más tarde a ser posible), te lo pases pipa. Y es que solo hace falta echar un ojo a De la mar, De la tierra, Golosus, Pintxos y Pimplar, cada una de las estaciones gastronómicas con las que cuenta este espacio brutal (que amenaza con expandirse), para enfrentarte a la realidad que es, en sí, una fantasía.

El mural de Camilo Nuñez, que encontrarás en la planta de arriba, resume a la perfección el sentir de Feria. Aburrimiento, no está invitado.

Aires populares y mucho colorido intenso o pastel para entregarnos al ritmo que marquen las carracas y a esa noria que no dejará de dar vueltas, mientras degustamos platos castizos con un twist, como la marinera murciana (bien cargada) con su anchoita cantábrica, las croquetas de trufa y calabaza, el pulpo a feira, las almejas en salsa verde (¡moja pan hasta hartarte!) y unas salchipapas que son puro delirio, pues se elaboran con patata gallega y longaniza eco (¡ahí queda eso). Unas primeras opciones que con su pintxo de flor de calabacín, pluma ibérica con pimiento verde asado y el rabo de toro con mole (en versión montadito, que para eso estamos en una feria), y unos cupcakes varios, además del consabido algodón de azúcar, nos regalarán un ratazo de primera, de esos que no se olvidan.

Su cócteles Perrita Pilota o El tren de la bruja con vistas a las actuaciones, pitonisas, rifas y demás, que se irán sucediendo periódicamente, completarán la experiencia de este restaurante que es una feria porque en Madrid nos gusta demasiado una verbena.