Klouví es la transcripción fonética del griego para ‘jaula’, y es el nombre elegido por siete artesanas de diferentes nacionalidades que han unido sus fuerzas en este taller-tienda de la calle Santa Ana, en pleno Rastro madrileño.

«Arte en transformación» es el leit motiv de este proyecto formado únicamente por mujeres, aunque ésto responde a una mera casualidad. Cuando entro en el local, encuentro a la argentina Fernanda Staude dando vueltas a las manillas del tórculo con el que está estampando textiles para unos bolsos. Esta llamativa maquinaria se encuentra en el centro de la tienda, en lo que parece toda una declaración de intenciones, aunque quizás solo responda a una cuestión de logística. «Lo de la jaula es por los barrotes de la cristalera, que no nos terminan de convencer pero tampoco los podíamos quitar, así que como entre siete era difícil ponernos de acuerdo para el nombre, nos quedamos con ese», explica.  En la amplia planta baja los productos en venta comparten espacio con sus mesas de trabajo, al fondo disponen de una cocina y también de un sótano donde tienen más talleres y un almacén. «Necesitábamos un lugar de trabajo porque todas producimos. Un punto en común es la artesanía teniendo como base la recuperación, así que encontramos el local y decidimos también vender lo nuestro. Por supuesto, exponemos cosas de otros diseñadores y colaboramos con gente de fuera, siempre que sea artesanal y, claro, que nos guste», cuenta Fernanda.

«Arte en transformación» es el leit motiv de este proyecto que aúna obra gráfica y grabado, producción textil y recuperación de objetos y nueva creación

Además de Staude, que se centra en obra gráfica y grabado, Klouví se compone de Las Restauradoras Creativas (restauración, transformación y personalización de muebles), Cecilia José (dibujo y grabado), El Olivar (textil), Sra. Larouge (costura creativa), Madame Fait Sa Broc (recuperación de objetos cotidianos y nueva creación), Laura Herrero Crespo (ilustración) y La Improductiva (recuperación y no-producción de objetos para la creación de ropa y complementos). «Casi todas trabajamos fuera de Klouví, ya nos gustaría, pero por eso nos asociamos. Y tampoco es fácil, somos muchas y tenemos que repartirnos el trabajo: una se encarga de las exposiciones, otra de la web, otra de la contabilidad… Nosotras vamos lento, lo asumimos», dice con una sonrisa satisfecha. No contentas sólo con producir, en Klouví también se imparten cursos y talleres. En cuanto al horario: ellas trabajan por las tardes y atienden a quién entre a visitarlas, pero el día dedicado a la venta son los domingos de 11 a 15, coincidiendo con El Rastro.

Y así, despacito y con buena letra, sigue adelante un hervidero de arte en transformación donde no dejan de brotar nuevas creaciones bajo los flexos de estas siete artistas, una jaula de puertas abiertas, una fábrica artesanal dónde las manillas del tórculo nunca paran de girar.