Es complicado pasear por Malasaña y no toparse con la niña mimada del barrio. Un local donde dejarse caer tanto si tienes hambre y quieres comer como si quieres tomarte un delicioso bocado con el que coger energías o donde brindar con ricos combinados hasta bien entrada la madrugada. Hablamos de Maricastaña y si aún no lo conoces es que no has paseado en condiciones por las calles del barrio más cosmopolita de la capital. ¿Te vienes?

Paredes de ladrillo visto y una esencia retro a la que le viene que ni pintado su nombre, Maricastaña, es el caballo ganador de Nacho, Cristina y Missy, tres jóvenes empresarios que decidieron aunar fuerzas para ofrecer a los feligreses de la zona un lugar donde saborear una cocina de producto en un entorno de querencia nórdica.

El concepto de bar kitchen adopta su pleno significado en este enclave donde ver, ser visto y comer de manera impecable despejan la fórmula del plan perfecto

Una propuesta de gastronomía non stop donde disfrutar de una carta tradicional con opciones para compartir y salir más que satisfechos. Platos reversionados del arte culinario popular donde croquetas de calabaza, jamón o rabo de toro, dados de atún marinados en soja con brotes de alfalfa y fresas, rollitos vietnamitas de verdura con mango, rúcula y salsa ponzu o carpaccio de buey enrollado con mango y parmesano se mezclan entre fingers de pollo crujiente con crema de mostaza verde y tapenade, confit de pato con compota de manzana y peras al vino tinto, colgado de solomillo ibérico con salsa chimichurri, mojo picón y verduras, tarte flambée de alcachofas, trigueros, boletus y creme fraîche o hamburguesa de pechuga de pollo al curry con frutos y secos y sándwich de pavo empanado en pan de centeno con cheddar que roban la razón y hacen volver sin la menor dilación.

Un Maricastaña que solo tiene de “viejo” la decoración interior y donde festejar en cualquier momento y a cualquier hora del día con vinos de añada joven y bodegas de autor o cócteles deliciosos que ponen broche de lujo a una cita irrepetible o, mejor dicho, necesariamente repetible.