Las calles ya empiezan a oler a invierno y a ti lo que te apetece es vermutear un rato y acabar comiendo en un restaurante de esos donde las buenas sobremesas son de obligado cumplimiento. ¿Qué te parece si te vienes a Marmalé?
Localizado en el número 5 de la calle Julián Romea y enfrente de la discoteca Cats, que tantas buenas noches nos patrocinó, Marmalé ocupa el mismo local donde, en su día, estuvo Gobolem. Unos orígenes que evolucionan generacionalmente y que, ahora en Marmalé, siguen sabiendo a tradición, materias primas y a una cocina lenta donde el chup-chup huele que alimenta.
Un restaurante que nos permite hacer de nuestra comida un auténtico homenaje, gracias a una propuesta gastro en la que el cochinillo y el cordero asado son, sin ninguna duda, los anfitriones. Así, este Marmalé dividido en dos plantas (la parte de arriba funciona como reservado) se confirma como el sueño hecho realidad de Víctor Asenjo, que triunfa en su objetivo de reivindicar la parrilla de carbón y la hospitalidad, como la de antes, señas de identidad de Marmalé no negociables en tiempos de tanta comida rápida.
Víctor Asenjo sabe conseguir que el cordero y el cochinillo hablen y se pongan de acuerdo: una copa de Cepa 21 para empapar, ¡gracias!
De este modo, en Marmalé, los sabores resultan poderosos e intensos, realzando cada producto hasta la excelencia y permitiendo que los ecos de la cocina ininterrumpida hayan corrido de boca en boca, para disfrute de lxs comensales de piquito delicado.
En su carta, acertada y muy bien equipada, se descubren platazos como su ensaladilla rusa de langostinos con caviar de tobiko, croquetas de jamón de bellota, pulpo braseado y ahumado con serrín de olivo, revolconas con sus torreznos bien hermosos o chipis en su tinta con alcachofas, como entrantes previos a una merluza del Cantábrico, sepia de Denia, el virrey o el cordero lechal IGP Castilla y León, y el cochinillo IGP Segovia, que solo nos pide que lo maridemos con un Malabrigo de Cepa 21 (ya sabes, los del vallisoletano José Moro), el match definitivo. ¡Cuánta delicia!