Nos queda más que claro que la única tendencia actual en gastronomía es hacernos sentir como en casa. De nada sirve epatarnos con una propuesta que rompa moldes o con una estética que nos impida cerrar los ojos, si después lo que desfila por las mesas no está a la altura de nuestro más auténtico cariño por la comida, por las recetas de toda la vida. En Matto no solo cumplen a rajatabla esta premisa sino que, además, la finura con la que lo llevan a la práctica merece entrar de lleno entre nuestros hotspots de la semana en Madrid. F: Cortesía de Matto

Si eres de lxs que cuando va a comer fuera disfruta de las vistas de un buen comedor, espera a ver su terraza. Hedonismo a la italiana modo ON es lo que encontrarás en Matto

Jacopo Villatico Campbell, Francesco Luca Caronna y Massimo Colombo coincidieron al ver el local que se quedaba libre en la calle Hermanos Bécquer que era allí donde querían que las puertas de Matto se abrieran. Un italiano de lo más especial, donde la esencia más veneciana, regada por el buen tino como restauradores de nuestro país vecino, permite que la magia haga de las suyas y nos haga sentir como en una historia que no nos queremos perder.

Un Matto decorado por el siempre certero Lázaro Rosa-Violán, que se apoya en cuadros, lámparas de porcelana, tonos dorados y borgoña y sillas tapizadas que casan a la perfección con una vajilla artesanal que llena la vista al primer golpe de ojos. Un Matto donde descubrimos la más intensa pasión por la gastronomía de su chef Alberto Franzin (curtido en los fogones de Albert Adrià, Pierre Gagnaire o Rafa Peña), que sabe fundir tradición y modernidad sin que percibamos el salto generacional.

Un italiano donde la misma importancia tiene la comida como la bebida, pues su magnífica bodega de vinos italianos y españoles harían temblar a las narices más entendidas, que se sientan a la mesa a disfrutar porque lo que ofrece Matto es una experiencia gastro llena de buenas ideas, contadas aún mejor y que nos dejan ese regusto que nos hace repetir.

Porque en Matto saben que tan increíbles deben ser sus caldos como las materias primas que se sirvan, de ahí que la elección de productos de proximidad, que piensan no solo en el comensal sino en esos pequeños productores que hacen posible los mejores sabores que puedas llevarte a la boca, es un auténtico diez. Platos elaborados con el mimo que requieren y que al ritmo de croquetas de cocido a la romana, tartar de pescado de mercado, anchoas ‘Revilla’ con mantequilla, risotto de temporada, sauté de mejillones, carbonaras o parmigianas, albóndigas toscanas, suprema de pescado, costillas de cordero Scottadito y un tiramisú o helado de pistacho, como particular fin de fiesta, nos retrotraen a esos fines de semana en casa de la abuela (nonna para los italianos) que no se nos van a olvidar en la vida.