Si pensabas que al británico fish and chips o al castizo melón con jamón no les podía salir competencia estás absolutamente equivocado. Un nuevo combo llega a la capital para dejar a todos temblando, a muchos salivando y a nuestros propósitos de hacer dieta pre verano sin cambio notificable a la vista puesto que la propuesta es sana… y de largo. ¿Has oído hablar de los moules et frites? Pues sigue leyendo porque el mejillón será tu nuevo mejor amigo.

Si no sabes qué pedir para mojar semejante festín, no dudes en saborear cualquiera de sus cervezas de importación. Bebe y luego nos dices…

Si eres un inquieto viajero y has hecho de las tuyas por Bélgica seguro que habrás notado la pasión que tienen los locales por los mejillones. El simpático molusco es el astro rey si de lo que hablamos es de tapear en la tierra que vio nacer a Audrey Hepburn y Jean-Claude Van Damme. Y si es con un bol de patatas fritas al lado, mejor que mejor.

De esta manera y con ese regusto a puesto callejero europeo que basa su carta en un solo producto llega al barrio de Justicia, Mejillón, un restaurante que hace de este sugerente combinado, el objeto de nuestro próximo deseo gastronómico.

Sirviéndose del nuevo binomio foodie y salpicando su carta de alguna que otra opción que se sale del plato (o cacerola) estrella de la casa como el steak tartar de lomo de vaca, la pasta o un escalope capitán que quita, literalmente, el sentido, sus moules son el verdadero as sobre la mesa. Cacerolas que varían en el aderezo pero que no hacen otra cosa que subir aún más el listón y la calidad de unos platos que hablan por sí solos, nos hacen enmudecer e incluso llorar por lo sabroso de sus mezclas.

Un lugar donde la relación calidad-precio supera toda película de ficción que pudieras esperar de un garito por el estilo y que no hace otra cosa que obligarte a volver por el puro gusto de volverte a sentir más europeo que nadie y comer a la moda y tradición que hicieron de Tintín un colega tan espigado. ¡Buen provecho!