Si hay algo que despierta la cocina vasca es tranquilidad, pues es sabido por todos el interés de su gastronomía por permitirle al producto que se encargue de sostener el 100% del peso de la receta. Un éxito que aleja cualquier tipo de superficialidad de la mesa y nos permite relamernos con propuestas auténticas y absolutamente atemporales. En Órdago saben mucho de esto. F: Todas las imágenes cortesía de Órdago.

El chef Andoni Rodríguez Amesti permite, en Órdago, que nuestro idilio con los sabores del norte se mantenga vivito y coleando

Y es que en este restaurante situado a un tiro de piedra de Fuente del Berro, la esencia vasca pega bien fuerte. Un espíritu gastronómico de rotundos valores y materias primas que hablan por sí solas en un entorno de puro mimo por la historia culinaria vasca.

Un local por el que no pasan los años (¡y que sigue usando mantel sobre la mesa!) y donde se sigue apostando por raciones generosas, atención al detalle y un equilibrio calidad-precio tan interesante que cuesta resistirse a él.

Un Órdago que no atiende a caprichos, pues los platos se adaptan al producto que haya en ese momento en el mercado. Una propuesta que desde su origen ha sabido sentar cátedra por el simple hecho de mantener la exquisitez por encima de cualquier moda. Todo esto gracias a Xabier Rodríguez y Elena Amesti, que pusieron toda la carne en el asador para que la magia surgiera.

Platos que elaborados según las directrices del chef Andoni Rodríguez Amesti surgen como auténtico oasis en un momento en el que parece valer todo, pero solo se quedan los mejores. Así, su bonito embotado con pimiento y cebollita fresca, txistorra artesana o morcilla de puerro con pimientos, hojaldre de espinacas al horno, pochas con rape y almejas, kokotxas de merluza al pil pil, solomillo de vacuno a la plancha y su leche frita, de postre, recuperan sabores, texturas y matices que siempre estuvieron ahí y no deberíamos haber olvidado.