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Bru Romero

Donde hay talento, hay (también) mucha alegría. Solo hace falta dejarse caer por otro de los aciertos del chef marbellí Dani García, Smoked Room, para comprender esta premisa cada vez más extendida. Cuento contigo, ¿no?

Y es que el chef que revolucionó la cocina desde aquella Málaga tan sibarita, sigue apostando por la revolución como parte de su propio desarrollo como cocinero. Así, Smoked Room se presenta como si de un local clandestino se tratara (sí, de esos tan molones que salían en las películas de Cagney o Bogart) como parte de la oferta culinaria del Hotel Hyatt Regency Hesperia Madrid, en el Paseo de la Castellana.

Una unión que hace la fuerza y nos deja el paladar temblando, pues la misma estética visual que defienden en Smoked Room se supera en cada uno de los platos diseñados para hacerte volar la cabeza. Una sutil oportunidad que García no desaprovecha al son de una cocina viajera, para 14 comensales, de la que se pueden resaltar esos olores y sabores ahumados, que no agobian, y si refuerzan cada uno de los pases de los dos menús degustación con los que cuenta este Smoked Room, más allá de tendencias virales que no aportan nada (y tampoco alimentan).

Mucho umami es lo que encontramos en este dos estrellas Michelin de Dani García, totalmente necesario, con el chef Massimiliano Delle Vedove como perfecto aliado en la cocina

Un hilo conductor que sorprende en este restaurante que sin ser un japonés al uso (porque no podemos decir que sea un japonés), apuesta sus fichas a las buenas brasas (y carnes bien maduradas) y a la sutileza de esos mariscos de concha fina, que Dani García tan bien domina.

Platos sobresalientes, ligeros y cuya sofisticación y excelsa creatividad son la cara visible de horas (y horas) de trabajo en cocina entre ingredientes, técnicas depuradas y unas recetas con verdadera chispa. Por eso, platos como su tomate nitro, virrey a la brasa con sabayón en miso y guisantes, percebes bourgignnone, cigala al vapor de shake con mahonesa a la brasa, quisquillas de Motril con mantequilla noisette, ravioli de «but» negro a la carbonara, puchero con algas y caviar a la brasa, Wagyu A5 de Kagoshima con wasabi fresco y un aspic de higos con helado de hoja de higuera y vainilla, entre otras sorpresas más, nos hacen entender por qué el humo es el anfitrión de este place to be tan bien regado por un sumiller, Luis Baselga, tan excepcional como en estado de gracia. Un 20.

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