Si hay algo tan importante como las materias primas que podemos encontrar en un restaurante es la apariencia que tenga el local en cuestión en su exterior. Su fachada es el primer toque de atención al tranquilo paseante que según sea puede provocar en él la curiosidad necesaria para traspasar los límites de la calzada y adentrarse en el maravilloso (o no) mundo de la gastronomía. En Teckel cruzamos sin pensarlo porque sabemos lo mucho y bueno que nos espera.

Localizado en el barrio de Tetuán y con una apariencia que nos teletransporta a aquellas curiosas barberías de los años 20, Teckel se presenta ante nosotros como un coqueto  restaurante donde la calidez y el estilo sofisticado son obra y gracia de Cousi Interiorismo. Un ambiente que casa a la perfección con la sólida personalidad del local y donde tradición y producto son junto a su fachada la fórmula de su éxito entre los comensales más selectos.

El buen hacer (y mejor cocinar) del chef César Galán permiten que sea muy complicado elegir de entre tanta sabrosura. ¿Solución? Volver otra vez

Un restaurante regentado por el chef César Galán (al que yo conocemos tras su paso por Saporem) que se encarga de una carta para paladares exquisitos pero perfectamente ajustada en su precio. Un lugar que invita a que te sorprendan (ya que se nota que lo pueden conseguir) y donde según avanza la experiencia, la aventura se convierte en un suma y sigue de aciertos gastronómicos, ya sea en su comedor interior como en la terraza exterior.

Las recetas de toda la vida encuentran en las manos de Galán un espacio donde poder desenvolverse y completarse de un modo novedoso y es que tan solo necesitamos probar sus pescados que provienen de lonjas en Galicia y Andalucía o carnes de León que ya garantizan su supremo sabor.

Una carta de sabores heterogéneos y muy personales que van desde un bao de rabo de toro con curry verde, unas croquetas de sobrasada y piña, unos flamenquines de calabaza, queso y pollo o unos tacos de pulpo braseado y camarón  marinado a un pad thai de gambas y pato, unos mejillones belgas con patatas fritas, un lomo de bonito con cous-cous, tomate y albahaca, un cochinillo glaseado con manzana asada y puré de patata y un hot dog de butifarra blanca, queso Edam y pimientos asados, para terminar con un pie de limón que quita el sentido y te permite relamerte de gusto.

¿Necesitas algo más para volver a fiarte de tu sexto sentido?