Salimos del centro de Madrid porque hay más vida más allá de la Puerta del Sol y de la calle Ponzano, y ponemos rumbo a las afueras. Allí se encuentra Ladroni, un italiano de esos que nos encantan con solo mirarlos y que, sin duda, nos ha robado el corazón. ¿Vamos? F: Cortesía de Ladroni

El chef mendocino Charly Roux consigue con Ladroni que nos desplacemos hasta Pozuelo para probar su cocina italiana hecha con mimo y con preparaciones de lo más lentas y cargadas de sabor

Pastas artesanales, ingredientes que emboban y pizzas para no olvidarlas jamás es lo que nos encontramos cuando nos sentamos a la mesa en Ladroni y nos ponemos a echar un ojo por las mesas vecinas. Un placer para los sentidos dirigido por el chef mendocino Charly Roux, un argentino que tras pasar tres años en Sicilia llegó a nuestro país movido por la idea de convertir su talento en un negocio que fuera como un tiro. Así fue como nació la osteria Ladroni.

Una osteria moderna que, pese a tirar del recetario de toda la vida, pretende acercar algunos de los grandes éxitos de la cocina italiana de una manera moderna y de lo más apetecible. Diferentes regiones de Italia, muy bien combinadas, en una cocina que sabe a auténtica y tiene el gancho necesario como para que no queramos dejar de probar.

¿Qué comemos? Pues no dejes de pedir su croqueta de carne braseada, la pera cocida al calvados con nueces fritas y gorgonzola dulce, su rico vitello tonnato, la ensalada Caprese, su caponata agridulce, el huevo rebozado en panko con parmesano fundido, su pizza Margarita o la de mortadela y pesto de pistacho, los gnocchi con gorgonzola y panceta, su espléndida lasaña Emiliana y el picantón deshuesado y relleno de guanciale, cerdo y hierbas, según disponibilidad (y el humor del chef).

¿Quieres postre? Ni se te ocurra levantarte de la mesa sin haberte dado un buen bocado a su canoli relleno de ricotta, amarena y chocolate o paladeado su magistral tiramisú. ¡Qué hambre!