Viajar es un buen modo de conocer maneras de cocinar distintas, probar materias primas desconocidas y desarrollar un paladar de lo más versado y completo. Un placer que nos abre las puertas de par en par a culturas que, pese a localizarse a años luz de la propia, mantienen un mismo común denominador: la pasión por disfrutar. En Celestina ocurre esto y mucho más; y es que si lo tuyo es degustar de allí y de allá (por muy raro que te parezca) y vuelta a empezar, este restaurante es un imprescindible a tener en cuenta.

Cuando Hernando Mesa y Lukas Osorio llegaron a nuestro país desde Colombia no sabían que, pasados los años, sus sueños se cumplirían. Formados como chef y chef pastelero, respectivamente, Celestina vino a materializar su amor por los viajes y su fervor por lo culinario. Un local situado en el barrio de Chamartín desde donde, desde hace un año, lleva echando raíces y recogiendo los frutos de un servicio impecable, una propuesta de lo más mediterránea y unos sabores y texturas que nos roban hasta la razón.

Si lo tuyo es comer o cenar compartiendo platos, Celestina es el sitio idóneo para exprimir al máximo esta tendencia que nunca deja de estar de moda ni de gustar al personal

Un negocio de dos plantas, cosmopolita como pocos y donde la madera y los juegos de luces son su particular carta de presentación, marco excepcional para una carta variada, variable y en la que faltan pocos detalles. Fogones que cuidan al máximo un producto que no pierde su autenticidad frente a la estética del emplatado; y que sin perder de vista a Colombia como hilo conductor también mantienen con el Mediterráneo su particular tonteo foodie.

Una Celestina donde echarle el diente a un queso Idiazabal en tempura con piparras y miel de caña; rollitos de morcilla con nueces, pasas y compota de manzana; croquetas de jamón con leche fresca de granja, champiñón y trufa o carabinero; satay de gambones en panko con ají suave de mango; ensalada de tomate rosa y caballa escabechada en citronela; tartar de atún con escabeche de yuzu; steak tartar con tuétano de vaca gallega y pan sardo; patata revolcona con huevo escalfado y torreznos; pastela de pollo ras alhanut con mayonesa ligera de sésamo; mafalde siciliano con sardinas, piñones, pasas rubias y tomates cherry; arroz cremoso del Pacífico con mariscos y boquerones crocantes; hamburguesa madurada con foie en tempura y salsa de setas; chipirones a la plancha sobre arroz caldoso de chorizo y berros; bacalao moruno con puré de zanahoria y comino o durum de costilla cajún, tzatziky, hummus y vegetales frescos con los que nos vamos de expedición gastronómica sin movernos del sitio. ¿De postre? Tarta de Trufa (chocolate 70%), de zanahoria, de cerveza negra con chocolate o un bizcocho de manzana y nueces con helado. ¿Te hace o no te hace? Yo ni me lo pienso.