Lucha libre, machetes, gastronomía mexicana ejecutada con técnica oriental y cócteles de inspiración azteca son los ingredientes que dan como resultado Chamako, un lugar único en El Poble-sec. Tras este proyecto, que cuenta ya con una larga historia aunque acabe de subir la persiana, encontramos un nombre de confianza: Leo Chechelnitskiy, responsable también de dos hitos en la ciudad como son Babula Bar 1937 y Casa Madre. F: Todas las imágenes por cortesía de Chamako

Chamako es el crossover exacto de ‘niño’ en mexicano en su versión orientalizada y más dichosa: ‘mako’, que significa niño feliz en japonés

La historia de Chamako empieza por la especificidad del nombre en sí mismo, cuyo significado es el crossover exacto de ‘niño’ en mexicano en su versión orientalizada y más dichosa: ‘mako’, que significa niño feliz en japonés. El ‘chamako’ es Miguel, un personaje imaginario cuya leyenda cuenta que viajó desde México a Barcelona para ser la inspiración del restaurante que nos ocupa. Sus cartas están algo infantilizadas y podemos encontrar desde garabatos a alguna falta de ortografía, y sus posavasos están presididos por el típico juego de ‘une los puntos’. No obstante, no hay que dejarse engañar por las apariencias, pues hasta los camareros van vestidos del Chavo del Ocho: detrás de la inspiración naïf, este restaurante tiene una alma muy canalla.

La carta, como su decorado, es un reflejo de la gastronomía urbana mexicana con un toque de autor, ejecutada mediante técnicas e ingredientes de la cocina oriental. Un auténtico cóctel de influencias que, como el nombre de Chamako, funciona a la perfección. Así pues, este lugar resurge como el Ave Phoenix y, donde tiempo atrás estaba el Sasha Bar –también regentado por Leo– ahora encontramos una versión elevada del mismo, con mismo espíritu, que ahora alcanza la perfección.

Impresindible probar el Nacho Macho, a base de pollo, ají amarillo, jalapeños y salsa trufada, que se presenta en un totopo XXL que se desmenuza a golpe de machetazos

Podemos empezar por platillos y botanas mexicanas, que cuentan con delicias de barra fría como las ostras, los ceviches -ojo al de leche de tigre y maracuyá– o tiraditos. Entre los bocados calientes, es imprescindible degustar sus baos, gyozas o los mismísimos nachos. Entre las seis variaciones que la carta tiene de estos últimos, resulta impepinable decantarse por el Nacho Macho, no solo por su configuración de pollo, ají amarillo, jalapeños y salsa trufada sino porque se presenta en un totopo XXL que se desmenuza a golpe de machetazos. Un espectáculo para la vista primero y el estómago después. Un hit de la carta que cuenta con pocos contrincantes a la altura, como el carro de guacamole, un show mediante el cual Chamako prepara sobre una bicicleta ambulante guacamole al momento a golpe de sazonado.

Tras el éxtasis del Nacho Macho, la intensidad se mantiene a través del sabor intenso de sus tacos, hasta siete opciones entre las que encontramos el Harakiri (de steak tartar a lo Tokyo style) o Espar-Taco (secreto ibérico a baja temperatura con salsa tzatziki). Los postres contemplan opciones como el exquisito Tapioco, una versión en tapioca del arroz con leche con bola de helado de coco y la Mousse Chocabrón, de chocolate y queso de cabra con mermelada de jalapeños.

El horario de Chamako –abre a las 18:00h– convierte el lugar en un imprescindible de las tardes del Poble-sec. Con las bebidas, Miguelito pone una botana gratis, la versión mexicanizada de la clásica tapa. Además, su carta de bebidas es auténtico oro líquido: desde su michelada, elaborada con una receta secreta de la casa con más de 20 ingredientes, a los cócteles pensados para redondear los bocados. Ejemplos claros son el Tamalindo (tequila tradicional, mezcal 400 conejos, tamarindo, limón, ágave y top Malquerida), Confusión (sake, Bombay dry gin, licor confucio, vermut blanco dry lima y tamarindo) o el Chapo Mule (vodka, mango natural, limón, albahaca y ginger beer). Todos por 9 simbólicos euros.

Cenar en Chamako te costará a partir de 25€, siempre dependiendo del hambre –y la sed– con las que el comensal acuda a mesa.