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Ariana Díaz Celma

Desde pequeño, Leo Chechelnitskiy ha llamado babula a su abuela, algo más o menos propio de su Rusia natal –el término exacto sería babushka, pero este joven decidió hacer suya y única esta palabra–. Fue ella la que le inculcó valores que aún practica a día de hoy, como la importancia de «no recordar días, sino momentos». Leo hoy tiene 32 años y reside en Barcelona desde los 5, ciudad a la que curiosamente también estaba relacionada Estela –su abuela–, un nombre nada ruso que adoptó porque su padre –y bisabuelo de Leo– se enamoró de una catalana en plena guerra civil, cuando llegó desde Rusia a la Ciudad Condal para combatir con el escuadrón soviético. Con esta historia en el bolsillo, y tras abrir el Sasha Bar en Poblesec en 2014, el joven se ha aventurado a subir la persiana de su segundo restaurante en nuevo barrio, el Eixample, que funciona a modo de homenaje a su abuela en particular y a todas las del mundo en general, el Babula Bar 1937, año en el que nació Estela. F: Todas las imágenes por cortesía de Babula Bar 1937

Junto al chef Damian Monie, Leo ha ideado una carta que bebe de su cultura rusa, pero que a la vez colisiona con referencias propias del sureste asiático y Sudamérica, y que da como resultado una de las propuestas gastronómicas más sorprendentes que Barcelona ha parido en los últimos años. Quizás este bonito tributo a su abuela funciona como inspiración para crear platos extraordinarios -y no nos quedamos cortos con el adjetivo- como el salmón fresco marinado 30 horas con salsa de mostaza dulce y laphroiag 10 ahumado​ –uno de los favoritos de Leo–; o su interesante propuesta del ​steak tartar, que aquí se sirve preparado a la italiana; los sabrosos dumplings de rabo de ternera con cama de puerro y reducción de su propio jugo o la bao burger –con una masa casera– de cordero al estilo árabe. La carta destaca por tener el 60% de los platos crudos, con la finalidad de resaltar el producto y donde la manipulación brilla por su ausencia, y por haber estado pensada para degustar con deliciosos cócteles.

Damian Monie y Leo Chechelnitskiy proponen una carta que bebe de la cultura rusa, a la que suman referencias del sureste asiático y Sudamérica

Curioso es también el apartado de la carta dedicado a los bocadillos de mantel y que eleva el emparedado al estatus que siempre debió tener. Ejemplos de ello son el Daily Pastrami de ternera, cebolla confitada, cheddar con trufa, jalapeños y salsa de mostaza; el Chanchowich de costilla marinada con salteado de manzana, pera, puerro y mayo agridulce; o el el Kim Jong-Un, tacos de gamba al estilo coreano con salsa kimchi.

Pero el Babula es una caja de sorpresas, como adivinamos lo es Estela, lo cual resulta en que nunca dos visitas son iguales. Cada lunes esta abuela viaja a un lugar del mundo a través del formato take over e invita a cocineros locales a preparar su especialidad, ya sea mexicana o tailandesa. Doce horas en las que probar platos típicos de un país y que se acompañan con una selección de cócteles inspirados en el mismo. Los jueves es posible disfrutar de su afterwork en formato aperitivo, mientras los viernes hay sesiones de DJ para acompañar su selección de cócteles. Obviamente, como buena coctelería que se precie, también es posible probar uno de sus combinados en la entrada sin necesidad de pasar por el restaurante. Como en sus platos, aquí la regla es la sencillez: ningún cóctel lleva más de cuatro ingredientes para resaltar cada uno de los matices de los distintos productos.

Comer o cenar en Babula Bar 1937 te costará entra 25€ y 30€, que te parecerán la mejor inversión de la semana.

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