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Raquel Bueno

Hay algunos libros que deberían llevar una señal en su portada a modo de advertencia; léase bajo su propia responsabilidad o algo por el estilo. Hablo de esos que uno cierra a sabiendas de que ya nunca volverá a ser el mismo, consciente de que no quiere serlo. Hay libros que hacen que pongas en duda tus valores y principios, que ensanchan tu perspectiva del mundo a través de esa emocionante experiencia lectora. Libros que reivindican el género de la novela y la dignifican, como el que hoy nos ocupa: Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie. Cuando lo abres y cuando lo cierras no eres la misma persona, y eso deberíais saberlo.

Americanah es una historia de amor que traspasa los conceptos de la distancia y el tiempo. Una crítica social aguda que rebosa humor e inteligencia

“Algunas novelas cuentan una gran historia y otras consiguen que cambies la manera que tienes de ver el mundo. Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie, consigue las dos cosas”, escribía Elisabeth Day en The Guardian, muy acertadamente, a propósito de la obra más reconocida de la nigeriana hasta la fecha. Adichie es una narradora perspicaz y empática, de una extrema habilidad para expresar ideas complejas y diseccionar comportamientos colectivos, que logra exactamente eso: que cambie nuestra percepción de las cosas porque, como apunta Elvira Lindo en el prólogo del libro, “nos obliga a aceptar que la amplitud y complejidad del mundo no puede ser simplificada ni reducida a una sola versión”.

Americanah es la historia de un intenso aprendizaje. Una novela que habla de raza (una raza que, dicho sea de paso, solo importa debido al racismo), de clase, de ideología, de feminismo, de religión, de política, de cultura y, en última instancia, de amor. Una historia de amor a lo largo de tres décadas y tres continentes que traspasa los conceptos de la distancia y el tiempo convirtiéndose, a su vez, en una crítica social aguda que rebosa humor e inteligencia. En una obra sensual, que rezuma fineza y elegancia en cada una de sus páginas y que, pese a su gran carga moral, no resulta nunca grave ni presuntuosa.

Chimamanda recurre con frecuencia a la ironía y escribe de manera valiente y sincera, con una preciosidad que resulta adictiva y una sensibilidad que se deshace en la boca. Galardonada con el National Book Critics Circle Award en 2014, incluida en la lista de los diez mejores libros del año 2013 según el New York Times y ampliamente elogiada por la crítica, es una novela que he recomendado ya a la mitad de mis amigos y seguiré recomendando a absolutamente todo el mundo hasta nuevo aviso. Vamos a por ella:

Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie

© Raquel Bueno

Lagos, mediados de los noventa. En el marco de una asfixiante dictadura militar y una Nigeria que ofrece poco o ningún futuro, dos adolescentes, Ifemelu y Obinze, se enamoran apasionadamente. Como muchos de su generación, saben que tarde o temprano tendrán que abandonar su país; y Obinze, obsesionado con todo aquello estadounidense, sueña con vivir en Estados Unidos. Será Ifemelu, sin embargo, quien consiga el visado de estudiante para llegar hasta allí y acabe forjándose una identidad al margen de los dictados de la sociedad y sus prejuicios, viendo como la distancia y la cultura se interponen entre ella y su familia y contemplando, en sus propias palabras, “el amor convertirse en ansiedad”.

Mientras él lucha contra los prejuicios y la burocracia para reunirse con ella, Ifemelu se encuentra en un país donde nada es como se había imaginado; empezando por la importancia del color de su piel, del que por vez primera toma conciencia. Todas sus experiencias, desgracias y aventuras nos conducirán a una única pregunta: ¿acabará convirtiéndose en una americanah, en una de aquellas nigerianas que vuelven de Estados Unidos dándose aires de importancia?

En uno de los diálogos del libro, la madre de Obinze le dice a nuestra heroína: “Las historias humanas que importan son aquellas que perduran”. Muy sinceramente, no se me ocurre mejor ejemplo de ello que una novela tan exquisita, tan única y tan necesaria como Americanah. Ahora que llega Sant Jordi, ya sabéis, id a por ella.