By
Bru Romero

Hay casualidades que nos alegran el día y hay destinos que lo hacen de por vida. Y es que cuando los astros se alinean, no podemos hacer más que entregarnos a su objetivo caprichoso, al buen hacer de esas fuerzas de la naturaleza que permiten, por poner un ejemplo, que un negocio como La Carbonera nazca y que el tándem de dos amantes del buen yantar alcance el éxito con una materia prima tan sencilla (pero implacable) como es el queso. Sí, has leído bien. Hoy toca hablar de queeeeeeeeso.

Madrid es adicta al queso, no cabe ni la menor duda. Solo hace falta echar un ojo a lo transitadas que están tiendas especializadas en este rico y sabroso producto como Poncelet, Quesería Conde Duque o La Charcutería de Octavio (en el Mercado de San Antón) para darse cuenta de que si pensabas que solo de bravas, calamares o sushi se alimentaba el madrileño (y visitante) de a pie, te equivocas de lleno. Un manjar para el paladar que convierte a La Carbonera en otro hotspot más a tener en cuenta si lo que pretendes es darte un buen homenaje a base de bien, a base de creaciones queseras de lo más populares o de lo más exóticas.

Tanto si preparas cena en casa como si lo tuyo es pindonguear por las calles de Madrid, necesario es que La Carbonera sea tu quesería de cabecera. Otro rollo

Un oasis en pleno Conde Duque que surgió de la alianza de Marcelo y Marité que, haciendo caso de una química inmediata, decidieron lanzarse a la aventura de trabajar mano a mano (y por amor al queso) en lo que se convertiría en el retiro de aquellos que disfrutan de los planes más sencillos entre amigos, con algo para picar sobre la mesa y buen vino con el que brindar. Una especie de taberna donde el tiempo, por un rato, queda en standby; y donde ya sea para comer, cenar, llevarte cualquier queso al peso o –atención– hacerte con algún detalle de su curiosa y hogareña decoración, es posible… ¡Y absolutamente necesario!

Un pequeño bar/restaurante que atiende al producto por encima de todas las cosas, al queso (individual o en tabla) como mejor religión por la que aventurarse y a una propuesta gastro que sin ser muy extensa nos regala grandes alegrías y buenos caldos con los que seguir manteniendo el listón bien alto. Porciones de cabra, vaca u oveja que entre tempranillos, blancos y rosados se convierten en la mejor antesala de una carta que nos hace salivar al instante. Platos elaborados que sin perder el hilo conductor de la casa nos regalan opciones como su ensalada de queso Payoyo, mejillones en conserva con guacamole y crujiente de cecina, ceviche de corvina y langostinos, tartar de salmón con emulsión de aguacate y helado de mostaza, sardinas ahumadas, verduras templadas y paté de berenjena, pollo de corral con salsa barbacoa, ravioli de won ton de verduras con salsa de setas y cebolla, costillar de vacuno en salsa hoisin o una tosta de cuatro quesos y aguacate para la que siempre queda espacio.

Una experiencia de lo más especial que pone el broche final con su particular tarta de queso (no podía faltar) y su Napoléon de chocolate con dulce de leche o su lemon pie, que está de verdadero vicio. Una reserva que merece del todo la pena y con la que estarás obligado a sonreír y decir cheeeeeeeeeeeeese, que dirían los ingleses, antes de grabar en tu memoria esta foto, este plan que no deberías dejar de hacer si eres, como yo, un ferviente admirador del sueño de cualquier roedor en todas sus formas.

Detalles




  • Dirección: c/Bernardo Lopez García, 11
  • Horario: L-J: 13:00h a 16:00h y 19:00h a 00:00h; V-S: 13:00h a 00:00h y D: 13:00h a 23:00h
  • Teléfono: 911 10 06 69
  • Tipo: Bar-cafetería
  • Web: http://www.lacarboneramadrid.com