Tan importante como el buen comer está el buen beber y pocos lugares hay como el bar de Alberto Fernández para comprender que la mixología también nos puede ofrecer una gran experiencia, dejarnos boquiabiertos. ¿Te vienes al Momus Bar?

Ponemos rumbo al barrio de Chueca porque se dice, se comenta, que el Momus Bar (en nada podremos decir el mítico Momus Bar) se despide de su tercera carta en dos años, ‘Growing’, porque la primavera la sangre altera y qué mejor que echar la mirada atrás para coger fuerza para lo que vendrá.

Así, todo el talento de Alberto Fernández se pone a funcionar para, a través de una carta pop-up, dar salida por última vez a los mejores tragos de ‘Growing’, que no olvidaremos, más cuatro adelantos de lo que está por llegar. Una auténtica fantasía para las papilas gustativas, que experimentan y juegan como si fueran niñxs, mientras Fernández sabe rascar de aquí y de allá para sorprendernos una vez más.

A punto de presentar su cuarta carta de cócteles para soñar, Alberto Fernández tira de clásicos (y alguna novedad) para seguir descubriéndonos por qué la mixología tiene mucho de ciencia y de niño que no tiene miedo a mezclar

Creaciones líquidas que no sabes si beber o contemplar, que no solo han sido aplaudidas por la crítica de medio mundo (según la lista Top 500 Bars está en el puesto 98), sino alabadas tanto por paladares sibaritas como aquellos otros que se adentran en el maravilloso mundo de las mezclas alcohólicas, y que coinciden en que el Momus Bar es el place to be si lo que quieres es triunfar.

Una oda al dios Momus, que en la mitología griega representaba al sarcasmo y a las mascaradas, que a través de opciones que nos sacan de nuestra de confort, nos hacen valorar el arte con el que el mezcal, la manzana, la amapola o el yogurt se entrelazan en La Chiquita; la ginebra cocinada con mostaza le ofrece ese tono tan exóticamente nórdico al Negroni; la lavanda, el mezcal y el tequila blanco consiguen explotar (juguetones) en boca en el Alebrije (del que solo disponen de 15 unidades por día) o el té negro, los cítricos, la avellana (en forma de rico garnish) y el ron marcan el regusto de un Shaman que entra solo. No podrás dejar de brindar.