Calmamos nuestras ganas de asiático con Ponja Nikkei, un restaurante tan bueno que no podemos resistirnos. Un proyecto tan auténtico como rompedor, donde lo nikkei es el objetivo y las variantes a su recetario, el guiño a esa modernidad que sabe cómo respetar los sabores más sencillos, pero cargados de historia.

Excepcionales nigiris, gunkan y makis entre platos calientes y mucha mezcla japo-peruana es lo que encuentras en este Ponja Nikkei que no defrauda

Verdadero gustazo es llegar a Ponja Nikkei y adentrarse en su cocina de la mano de César Figari y Constanza Rey (te sonarán por Quispe). Un alegato a favor del buen gusto culinario y de esta cocina surgida en los primeros años del siglo XX, y que ha ido revolucionando la cocina como pocas.

Un Ponja Nikkei donde cualquier tipo de plan casa a la perfección con su propuesta, pues lo mismo da si quieres un picoteo, una comida frugal con colegas del trabajo o una cena con sobremesa de esas que marcan historia, y obligan a repetir.

Y es que si te gustan los nigiris, sigue por el camino de baldosas amarillas porque encontrarás lo que buscas. Una especialidad de la casa a la que se suman platazos que cuidan desde el sabor a la estética, porque desde siempre hemos comido con los ojos, y tú también lo sabes.

¿Qué pedimos? Pues lánzate por su sashimi de lubina salvaje o huevas de salmón, su yoshiyama (cebiche maguro con atún de almadraba y crujiente de algas), su sato o tartar de o’ toro con mousse de aguacate y texturas de yuca, el gunkan nagata (vieira acebichada y togarashi) y los makis sakata (tempurizados, con ebi furai, aguacate, tartar de atún y mayo Ponja), su yoshida (presa ibérica con brioche, coleslaw, tonkatsu y karashi) o el tanimoto (cangrejo en tempura, criollita de wakame y tártara de rocoto), y no te vayas sin darle a nigiris como el de perucho de atún, el de anguila y foie, el de hotate y caviar, el de crispy rice de salmón o el de waygu A5 con miso y yema. Brutal, lo muerdas por donde lo muerdas. ¡Vayan!