El tiempo nos ha dado la razón a los que siempre hemos apostado por el sabor y menos por esa estética, sin más, que entra por los ojos y no alimenta. Una carta de presentación que asume Prrimital con mucho gusto, porque lo suyo es una propuesta tan auténtica como sus carnes sin engaños.

Porque si eres adeptx a las ricas piezas cargadas de proteína, sabrás el desasosiego que se siente al encargar un buen plato de carne y que el producto en cuestión sea de cuarta. Materias primas que nada tienen que ver con las maduradas (y dispensadas) por Prrimital, que son marcadas al instante en su llameante kamado y cortadas frente al cliente, pues quieren demostrar que no son un sitio de carnes cualquiera.

El chef ejecutivo David Montes sabe cómo dar en el clavo, marcándose un puestazo de street meat que es una oda al sabor de las carnes patrias, a esa cocina sin aderezos de más porque debe ser instagrameable, una puesta en escena donde lo que más interesa es que hinques el diente y repitas.

Y es que en Prrimital, de David Montes, saben ganarse al parroquiano entre picañas, entrañas, steak tartar sobre tuétano a la parrilla, cecina de vaca ahumada con aceite y almendras tostadas, tremendas hamburguesas (brutal está la Boonga Cheeseburger), pepitos de cadera de ternera o choripán o unos bikinis de cecina, que hacen temblar a cualquiera.

Carnes de Discarlux (made in Vallecas) en este puesto de street meat del castizo Mercado de San Miguel donde el suma y sigue nos incita a seguir con cortes premium como el de su solomillo, su tomahawk, su rack, su t-bone, su txuleta o su entrecot, todos ellos bien madurados, para finiquitar por todo lo alto con unas cazuelas de callos madrileños, morcilla de Burgos o txistorra de Arbizu, que sientan igual de bien que un espeto en Málaga. ¿Quién dijo que en un mercado había mucha tontería? ¡Vayan afilando el colmillo!