La fusión sigue teniendo un tremendo atractivo para aquellos restaurantes que quieren llegar a todos los paladares sin morir en el intento. Una experiencia sin igual que no todos dominan, pero que aquellos que sí lo hacen, la convierten en todo un homenaje a esas recetas con tanto en común, con tanto que contar. Toga es un buen ejemplo de ello.

Situado en pleno barrio de Lavapiés, Toga responde al verdadero empeño de Gonzalo Rincón y Matías del Águila por apostarse su talento en un negocio nacido para brillar. Uno de esos restaurantes por los que merece la pena dejarse caer cada cierto tiempo con el único objetivo de quedarse con la boca abierta (o cerrada si lo que pretendes es masticar) con esas influencias de latinoamericanas y asiáticas tan sugestivas.

Si entre sus siete mesas no encuentras lugar donde colar tus posaderas, en Toguita (su otra sucursal en La Latina) encontrarás el cielo abierto

El triunfo del sabor por el sabor de platos que no se parecen a otros porque lo suyo es un estilo propio, porque si hay algo que tienen ‘clarinete’ en Toga, es que su reinterpretación de esos platos tan estéticos a la vista responden a su interés por una cocina única, diferente.

Un Toga que resuelve con soltura tus necesidades más ociosas y gastronómicas a golpe de unos huevos rotos (sin patatas) con coliflor y bacon ibérico, croquetas de pisto manchego y queso, cangrejo de caparazón blanco en pan bao con cebolla frita y mayonesa de cebollino, el chivito uruguayo a la plancha, el chili chicken crunch, los orecchiette con aceite de trufa y espinacas y champis o unos noodles con mayonesa de kimchi y atún rojo, la especialidad de la casa, con los que se te irá la olla.

De postre, un panqueque con dulce de leche y plátano y a contar ovejitas. ¡Qué más se puede pedir!