Los que me conocen bien saben de mi debilidad por la comida italiana. Y es que pocas cosas me hacen más feliz en este mundo que un plato sencillo, con cinco ingredientes a lo sumo, preparado con materia prima de la más alta calidad. Lo malo es que, en Barcelona, los buenos restaurantes italianos no abundan precisamente y, de hecho, pueden contarse literalmente con los dedos de una mano. ¿La solución? El Xemei, a toda costa. F: Todas las imágenes por cortesía de Xemei

La terraza del Xemei, en todo su esplendor diurno. Imagen cortesía de Xemei

El Xemei parece que se esconde a propósito en una zona más bien tranquila y poco transitada, un oasis italiano en Barcelona

Hablemos primero de la localización de esta perlita de la cocina veneciana en la Ciudad Condal. Ubicado en Poble Sec, a dos pasos del Teatre Grec, el Xemei parece que se esconde a propósito en una zona más bien tranquila y poco transitada, y sentado bajo los árboles de su terraza en el Passeig de l’Exposició sentirás, al menos durante un par de horas, que has abandonado el frenesí de Barcelona. 

Lo ideal es empezar la velada aperitivo en mano. Lánzate al Spritz de Campari mientras ojeas la carta y relájate: vas a comer bien (aunque no habrá nada de pizza). ¿Un indicativo de que va a ser así? El pan, siempre reflejo de la calidad de una comida; y unas olivas verdes, carnosas y de notas lácteas, que no te harán tardar en salivar. Te recomiendo que, ya puestos, pidas una botella fresquita de Verdicchio Vigna di Gino, de la Fattoria San Lorenzo, y te aseguro que la disfrutarás.

El surtido de pescado Veneziano, con Bacalá Mantecato, Sardine en Saor, boquerones marinados y caballas confit. Imagen cortesía de Xemei

Aunque sigas en Barcelona, te verás transportado inevitablemente hasta el noreste de Italia, que sabe y huele a mar

Pero hablemos de comida, que a eso hemos venido. Aquí una cosa es indiscutible: debes probar su burrata de 300 gramos con tomate (del de verdad), sésamo negro y almendras (un euro del cual, dato curioso, será donado a la ONG Nepal Chhimeki). Luego dependerá de tus preferencias y del hambre que tengas, aunque personalmente apostaría por un buen plato de pasta casera; libre elección. 

De especial importancia es, claro está, clausurar la comida con un buen postre. Su panacota de frutos rojos, en plena época estival, entra casi sola y se deshará en tu boca como un pecado capital. El café, italiano por descontado, no decepciona e incluso mejora si lo acompañas de una buena copa –bien de hielo– de Montenegro. Y aunque sigas en Barcelona, te verás transportado inevitablemente hasta el noreste de Italia, que sabe y huele a mar.