Si ya de por sí es bueno tener un italiano de confianza, más lo es disfrutarlo bajo las bóvedas del siglo XVI de un edificio que tras ser iglesia y, posteriormente, la primera sede de la Bolsa de Madrid se convierte en testigo de un ida de olla culinaria tan necesaria como (casi) religiosa. ¿Conoces Caluana?

Ponemos rumbo al centro de Madrid para conocer Caluana, un italiano con mucha querencia a lo español, que rompe las reglas marcadas por el país «vecino», y que desmonta la idea de que solo de pizzaiolos y trattorias vive la grandeza de una cocina tan rica en hidratos de carbono.

El Olivar, el Invernadero (dividido en El viñedo, el salón Rosal y el Patio) y su santuario clandestino de arte y cócteles, Maldita Gioconda, son de esos espacios que invitan al hedonismo y que en Caluana conforman un todo para no parar de festejar.

Y es que Caluana no es un italiano como los demás. Nada de manteles de cuadros rojos, ladrillo visto o decoración que nos recuerde a la casa familiar donde reunirnos con la nonna. En Caluana todo es classy, todo es arquitectura y, además, podemos disfrutar de una magnífica cocina.

Un lugar para abrir los sentidos a lo auténticamente italiano

Un restaurante donde poder comer en la capilla de una iglesia torna de surrealista a un plan de lo más natural, que nos hace olvidar que en sus bajos aún corretean túneles de la Guerra Civil. Un lugar tan distinto que hace que abramos todos los sentidos para no perdernos detalle, mientras los olores de esta simbiosis entre Italia y España ya nos abren el apetito.

Porque si el marco es bonito, todo lo que encontramos en su interior merece la pena. Así, bajo el pan de oro y las labores de escayola que han convertido el lugar en algo mucho más barroco, nos entregamos a un viaje gastronómico donde lo castizo se une a lo auténticamente italiano para festejar que ambos países nos entendemos, también, entre fogones.

Raciones como sus croquetas de tortilla de patata, vieiras a la carbonara, focaccia ibérica, parmigiana de calabacín al Idiazabal, rigatoni con ragú de ternera, lasaña de rabo de toro, arroz meloso con carrillera o con setas y gambas, pargo con costra de pistacho o ciervo con duxelle de boletus o su torrija con ron Zacapa y necesario tiramisú nos harán explotar la cabeza al grito de un mamma mia como Dios manda.