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Marina Camacho

La industria de la fast fashion o moda rápida no recibe su nombre solamente por la rapidez y la facilidad con la que se puede adquirir o la corta esperanza de vida de sus materiales, sino también por el ritmo hiper-acelerado con el que se desecha. Ahora, el auge de la ultra fast fashion con empresas como ASOS, BooHoo y Fashion Nova, y su digievolución, la real time fashion, con Shein como líder indiscutible, nos ha dejado una montaña fétida de nada más y nada menos que 60.000 toneladas de ropa en el desierto de Atacama, en Chile, que es tan grande que ya se puede ver desde el espacio. F: Atacama, Chile. © Martin Bernetti / AFP

El crecimiento de esta industria es proporcional a los residuos que genera, y teniendo en cuenta que en el año 2023 su valor de mercado aumentó en 106,4 mil millones de dólares… Los vertederos en los que se abocan las prendas desechadas son cada vez más grandes. Y sí, lo has adivinado: toda esta basura no termina en los países a los que van a parar los beneficios de estos tiburones de la moda. Esta montaña, en concreto, se sitúa en el desierto de Atacama, en Chile, a 1,6 kilómetros de uno de los barrios más desfavorecidos de Iquique. Para más inri, según una de las imágenes satélite de alta resolución extraídas desde el espacio, esta acumulación gigante de residuos textiles es mayor que la ciudad vecina, que cuenta con 191.468 habitantes.

El cementerio de ropa más grande del mundo tardará alrededor de 200 años en biodegradarse, contaminando tanto el aire como los canales de agua subterráneos

Si te estás preguntando cómo hemos llegado hasta aquí, todo empieza con las 59.000 toneladas de ropa que provienen de Europa, Asia y América del Norte y llegan a Chile cada año. A pesar de que un gran porcentaje de estas prendas se destinan al mercado de segunda mano, lo que no se puede revender termina en basureros como el de Atacama, contaminando tanto el aire como los canales de agua subterráneos. Y el hecho de que Chile sea el destino favorito para lidiar con la cara B de la industria de la moda no es gratuito; el país cuenta con varias zonas libres de impuestos, aranceles y cargos de aduanas, lo que supone reducir gastos para los importadores que quieren deshacerse de esta mercancía (a pesar de tener que asumir los costes de transportarla).    

Naciones Unidas ya ha calificado a Atacama de “emergencia ambiental y social” para el planeta, y aunque en 2016 se aprobó una ley que responsabiliza a los comerciantes por sus desechos, estos no incluyen los textiles, a pesar de contaminar tanto como cualquier otro residuo de plástico. La facilidad a la hora de abandonar montones inacabables de ropa sumada al consumo acelerado de esta y su temprana obsolescencia hará que muy pronto la montaña de Atacama no sea la única que se pueda ver desde el espacio. Así, a menos que los gobiernos paren esta rueda a base de leyes y multas para los fabricantes, llegará el día en que este tipo de acumulaciones gigantescas y tóxicas de ropa sean las vistas de los viajes comerciales al espacio, pues tardan unos 200 años en biodegradarse.