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Bru Romero

El apego a la tradición es algo que no debería perder ningún restaurante por muy moderno que sea. Todo plato tiene su origen, una referencia en el pasado y es labor de cada chef mantener esa llama viva aunque por el camino quiera mejorarla con productos más exclusivos o refinadas técnicas pero una misma pasión y apego a las costumbres culinarias de muchos años atrás. Todo ello se respira en Arce.

Situado entre la calle Gran Vía y la Plaza de Chueca, Arce es el lugar al que acudir si lo tuyo es ser foodie de temporada. Un local en el que los productos de primera calidad (y de mercado) son tratados con las manos maestras del chef Iñaki Camba que, con su hijo Unai, plantea una cocina a la medida del cliente.

Para aquellos que prefieran encomendarse al chef, disponen de un impecable menú degustación a cuyo plato principal se le disponen las entradas y postre que mejor convengan

Unos fogones con sabor a puro norte donde las técnicas de la nueva cocina vasca son un claro punto a su favor. Técnicas muy depuradas que se distinguen a la perfección en platos como la ensalada de solomillos de ave de caza en escabeche ligero, el foie asado con sobre crema de mango, el espalmado de gamba roja, gelatina de sauternes y patatas de guarnición, el begihaundi asado con caldo de garbanzo y ali oli de su tinta como plato de pescado o el nido de mollejas y cigalitas sobre salsa bearnesa si te tira más la carne.

Un restaurante que no decae en ningún caso en los postres, como muchos otros, prestando especial atención a las delicias de su particular obrador como la cuajada natural método tradicional, la milhojas de chocolate blanco o negro y su tarta tatín con helado mantecado. ¿Salivas? Y ¿quién no?

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