By
Bru Romero

Si hay un sinónimo (dentro de la gastronomía española) que pueda sustituir al concepto de ‘buen comer’, ese podría ser el de cocina asturiana. Pocos se atreverán a negarse a tal solemne  realidad y es que es bien sabido que de un restaurante del norte es muy complicado salir con hambre y si no que se lo digan a Asgaya que ya de por sí, significa abundancia y que nos sitúa frente a frente ante la aún por descubrir cocina popular asturiana.

Situado en pleno barrio de Chamartín y apostando por un ambiente moderno en el que la cocina de autor nos lleva de la mano a unos fogones que beben de lo tradicional y se surten de la mejor materia del mercado. Un local de amplio comedor y pequeñas salas privadas que surgen como alveolos y que esconden no solo diferentes emociones sino las texturas y regustos propios del norte de España.

Cada cierto tiempo proponen cenas maridaje con las mejores y más exclusivas de sus opciones a degustar

Paraíso renovado del buen yantar que pocos se atreverán a cuestionar y donde los bombones de cabrales con manzana caramelizada, los huevos rotos con carabinero, las croquetas cremosas de jamón, el bloc de foie de pato con mermelada de higos, las vieiras a la parrilla con jugo de guisantes y tierra de mar, las cocochas de merluza al pil pil, el tartar de atún rojo con mahonesa de wasabi, el rabo de toro estofado y desmigado con salsa de batata y unas fresas salteadas con crema de limón y helado de vainilla (poniendo el colofón final) son capaces de levantar cualquier espíritu menos crédulo.

Un Asgaya que no olvida sus vinos, en ningún caso, que con una variada selección de caldos nacionales e internacionales nos golpea dinámicamente en nuestro corazoncito, añadiendo nuevas sensaciones a su aún incipiente conocimiento y siendo asesorados por un sumiller que quiere que la experiencia sea completa y la comida un evento especial para todos los sentidos.

Detalles