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Bru Romero

La ciudad de Madrid es paseable como navegable es el Guadalquivir hasta Sevilla, por eso lanzarte a sus calles y empezar a desfilar por ella es todo un placer, si el verano nos da ese chance. De ahí que restaurantes como el Gran Café El Espejo salgan a nuestro encuentro y se conviertan en parada obligatoria para descansar, coger aire, picotear algo y seguir con el pateo. Te vienes, ¿no? F: © Gran Café El Espejo

¿A quién no le va a gustar un café de principios del siglo XIX, estilo Art Nouveau, y con una propuesta veraniega de lo más refrescante?

Localizado en el Paseo de Recoletos y con vistas a la Biblioteca Nacional, el Gran Café El Espejo es un capricho frugal en pleno centro. Una construcción Art Nouveau que, al más puro estilo de los cafés de principios de siglo (XIX), permanece viendo pasar el tiempo como, a escasos metros, la Puerta de Alcalá. Un punto de encuentro que desde 1990 comenzó a dar servicio gastronómico y, otro verano más, se convierte en el oasis que merecemos en el centro.

Y es que resulta un precioso pabellón para disfrutar tanto de un maravilloso día de sol como de una jornada gris con encanto cuya frondosa terraza vuelve a instaurar la pasión por aquellas tertulias que dan paso a mejores sobremesas.

Mesas y barras marmoleadas, sillas estilo Japandi, preciosas vajillas y un servicio de primera (como ya se echaba de menos) en una terraza a la altura de lo que se espera y donde poder ir del desayuno a la cena, pasando por el aperitivo, la comida y un muy musical tardeo de risas y buenos combinados.

Si lo que te interesa es saber qué tal va de oferta gastronómica, solo decirte que no deberías hacer parada en el Gran Café El Espejo sin pedirte su ensalada de wakame con tartar de gamba roja del Mediterráneo, su burrata fresca de Plugia con brunoise de tomate semiseco y fresones con inyectable de pesto genovese, las ostras frescas francesas número 3 (con un Spritz sientan de categoría), sus finos puerros confitados de Mendavia a la brasa con polvo de queso, las zamburiñas con escalibada cítrica y mahonea de kimchi, su carrillera ibérica estofada a la antigua o un estupendo steak tartar de buey cortado a mano y caviar de trufa de Piamonte, regado con un vermú Petroni.

© Gran Café El Espejo

¿Postre? Lánzate a por su tarta de camembert y brie con sablé y sal maldón, firmada por el maestro Paco Torreblanca, que resulta brutal. ¿Te lo vas a perder?

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