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Ariana Díaz Celma

Que la gastronomía es cultura ya hace tiempo que lo venimos anunciando. El combo que no teníamos tan aprendido es el que fusiona libros con la cocina mexicana bajo un mismo techo, el que encontramos en un agradable espacio de dos alturas en la calle Girona para ser exactos. Las publicaciones que se acumulan en sus estanterías, así como sus platos, se encuentran bajo el paraguas de Malpaso, una editorial que contra todo pronóstico triunfó en tiempos de crisis (2013), y que ahora da nombre a un restaurante en el que su alma máter Bernardo Domínguez da rienda suelta a las recetas más suculentas de su país de origen, siempre con un toque mediterráneo.

Con el lema de ‘cultura en la mesa’, la editorial Malpaso fusiona gastronomía y literatura

Con el lema de ‘cultura en la mesa’, la editorial Malpaso abre las puertas de la cocina y salón comedor de este local con esencia de casa, que pretende ocupar un hueco en la escena social y cultural de Barcelona. Es por ello que en el lugar no sólo podrás comer, sino también leer en una coqueta sala y hasta comprar cualquier referencia de la editorial mientras picas unos totopos o tomas un simple café. Este crossover entre gastronomía y cultura agita bajo un mismo techo desayunos, brunchs, aperitivos, comidas, meriendas y cenas con literatura y un sinfín de actividades que tienen lugar cada mes: desde performances, talleres, muestras artísticas y exposiciones, hasta charlas inspiradoras de chefs, escritores y personas con grandes historias que contar.

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El carácter informal -aunque sin perder ese punto bohemio-sibarita- de Malpaso se refleja en su carta y la primera sección de la misma, Picoteos, toda una declaración de intenciones. El guacamole con totopos, sin artificios y con los ingredientes frescos y a la vista, es el must indiscutible de los que vienen a pasar la tarde, pero también de los que quieren empezar la comida o la cena con buen pie. Para picar también encontramos caprichos más propios de la gastronomía mediterránea, como las latas de berberechos o almejas, así como jamón ibérico de bellota. El punto mexicano lo pone un hummus con chipotle para chuparse los dedos.

Cada plato viene acompañado de una frase que conecta dicha receta con una de las referencias de su catálogo

Si uno decide entablarse, la cosa se pone más patriótica a la par que literaria, puesto que cada plato viene acompañado de una frase que conecta dicha receta con una de las referencias de su catálogo. Uno puede empezar con un pay michoacan, que a este lado del Atlántico podemos traducir como un pastel de nopalitos y verduras al horno -tranquilo, porque ellos mismos apuntan que sacan las espinas al cactus tal y como Martin Amis se sacaba la espina vaciando las máquinas tragaperras en La Invasión de los Marcianitos-; o los mejillones flambeados en tequila, una receta con la que hasta el propio Kingsley Amis, autor de Sobrebeber y padre de Martin, se habría reconciliado con este destilado. Entre los segundos, puedes encontrar el exquisito atún Moctezuma, un lomo sellado a la plancha y rebozado en especias mexicanas con pico de gallo, aguacate y salsa de menta que, según la crew de Malpaso, es una delicatessen como La Perra de mi Vida de Claude Duneton: una historia cruda pero de elaboración muy fina. Tal y como hizo Good2b en su visita a Malpaso, recomendamos no abandonar el restaurante sin probar uno de sus tacos, ya sean de lengua, arranchera, pescado, cochinita, cordero o la clásica receta al pastor; todos tan mexicanos como los 20 autores de Palabras Mayores, un compendio de relatos de jóvenes promesas que ha tenido muy buena respuesta entre los ávidos lectores. Si quieres que te demos un último consejo, ni por asomo termines la experiencia Malpaso sin probar su bizcocho de coco y fruta de la pasión, un orgasmo tropical tan exquisito que no existe libro alguno que equipare su sabor.

Comer o cenar en Malpaso te costará alrededor de 25-30 euros, muy bien invertidos si te gustan los libros y la gastronomía mexicana. Si tienes miedo al picante, no te preocupes, el lugar te advierte sobre qué platos son los más rabiosos.

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