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Ariana Díaz Celma

Pues sí, en Good2b estamos en modo ‘Aleluya’. Por fin los manteles aceitosos a cuadros rojos con pasacaminos de papel áspero, las sillas Thonet de imitación en negro metálico y las banderas italianas a lo Little Italy no son el único decorado vital en el que comer una buena pizza. En Parking Pizza, las columnas de cartón-piedra que replican la Venecia más tópica y los pósters de estampas napolitanas se ven sustituidos por la no-decoración (a cargo de Emilio Lekuona de nuevo), en lo que supone un espacio cómodo, bonito y agradable donde probar el plato estrella de la gastronomía italiana sin necesidad de tirarnos de los pelos al ver el atrezzo del lugar. Obviamente, no solo nos gusta el lado estético de nuestro restaurante favorito de la semana, sino que sus pizzas se han colado en el top 10 de la ciudad en lo que dura un chasquido de dedos.

Las pizzerías dejan de ser territorio hostil con Parking Pizza e invita a comer buenas pizzas en un espacio impecable y nada pretencioso

Marcos y Berta, sus artífices, son grandes conocedores del mundo de la restauración, al que se han dedicado toda la vida, pero no fue hasta que decidieron hacer un merecido parón de dos años, cuando decidieron que debían montar algo que les convenciera de verdad. Nada de turnos interminables de 100 comensales, manteles y la formalidad típica de los dos platos y el postre. Querían abrir un local con alma y espíritu gamberro, aunque con ese punto de clase distendida que tienen los espacios que no quieren aparentar, pero tienen lo necesario para estar valorados con un sobresaliente.

Cuando te sientas en una de sus mesas comunales, puedes empezar con su riquísimo guacamole, el hummus, la sabrosa bresaola o la burrata en lo supone su máxima esencia, eso es stracciatella, entrantes que a priori no tienen carácter italiano al 100%, pero que lo adquieren cuando colocan el plato de focaccia sobre el mueble de madera. También puedes optar por alguna de sus ensaladas, ya sea la de quinoa roja, aguacate y huevo poché o la de tomate, cebolla, pepino y queso salvacremosa.

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Una vez pasamos al campo de las pizzas, podemos ver con el statement de precio único (12 euros), que las ocho opciones de la carta se encuentran en el mismo estándar de excelencia, lo cual también nos da pistas claras de la calidad de su materia prima. Desde Good2b recomendamos no abandonar el lugar sin hincar el diente a una de las pizzas más especiales que hemos probado desde que tenemos uso de razón, la de quesos con gorgonzola, taleggio, pecorino, chalotas y salvia. Otras opciones tan vistosas como golosas son la de pecorino, bacon, espárragos verdes y epinacas verdes; la de speck, scamorza, parmesano y rúcula; la de tomates asados con tomillo, pesto y hojas verdes; o la de tomate, mozzarella y albahaca, tan simple como resultona.

No abandones Parking Pizza sin probar sus helados, otro de los puntos fuertes del espacio

Ojo porque una vez llegados a este punto toca pedir postre, un plato que no es un simple punto final a este festín pizzero, sino el 50% del porqué de este restaurante. Cuando pruebas sus helados, te das cuenta de que Parking Pizza se llama así por puro capricho (obviando la calidad de producto, claro). El lugar bien podría llamarse también Parking Gelato, y que Marcos y Berta hubieran decidido abrir una de las mejores heladerías de la ciudad. Los tríos que proponen a modo de postre son dignos de dejar mínimo una tercera parte del apetito para el fin de fiesta, ya se en su versión avellana, coco y pistacho o en la de yogur, vainilla y mandarina.

El banquete informal que ofrece Parking Pizza viene acompañado de un apetecible surtido a base de zumos naturales, cervezas normales o artesanas, así como vinos al uso y otros naturales también. Comer o cenar aquí te costará entre 20 o 25 euros.

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