David Trueba
En sus creaciones, como en sus opiniones, no suelen faltar las pinceladas críticas. David Trueba es director de cine, guionista, escritor, columnista para varios medios e incluso ha aparecido como actor en varias ocasiones. Trabaja por vocación. Y trabaja mucho. Madrid, 1987 es su última película, sobre la que dijo que era ?tan pequeña y minoritaria? que no sabía qué iba a ser de ella en el mercado. Pero, pese a las dificultades para encontrar financiación, el resultado ya se puede ver en los cines. María Valverde y José Sacristán interpretan a una joven estudiante de periodismo y a un viejo columnista de prensa que está de vuelta de todo. Enredados en el proyecto de una aventura sexual, se quedarán encerrados en un cuarto de baño en el que transcurrirá la mayor parte de la película. Completamente desnudos, lo único que podrán hacer para entretenerse es hablar y conocerse mejor. Entre ellos se establecerá un duelo, una batalla entre dos generaciones. Experiencia y juventud. Cinismo y aliento. Deseo y conveniencia.
¿Qué tal estás después del estreno?
Uno siempre queda fatigado y vencido tras el esfuerzo de enseñarle la película a la gente, pero es la parte que te devuelve la humildad después del subidón de ego y megalomanía que es dirigir.
¿Cuál es el mejor elogio y la peor crítica que te han hecho hasta ahora?
El peor creo que llamaron a la película pedante y sórdida, pero pedante suele ser un adjetivo que usan los que detestan que alguien pronuncie en una película alguna palabra de más de tres sílabas. El mejor es que creo que alguien la comparó a las novelas de Philip Roth. Dos exageraciones, ambas.
¿Por qué 1987 y no cualquier otro año?
Es un año fundamental por dos motivos. En el personal, es el año en que entré a estudiar Periodismo en la facultad, como el personaje de María Valverde. Y para España es el año después de la entrada en la OTAN y en la UE, nos creímos perfectos, intocables, europeos, y míranos.
El personaje de José Sacristán es un viejo columnista de prensa más bien desencantado y el de María Valverde se está preparando para ser periodista, igual que en ese año lo estabas haciendo tu. ¿Hay algún paralelismo entre los personajes y tú?
De alguna manera puedo estar equidistante de ambos. Ni yo era una chica que sufría el acoso de los tipos consagrados, como les pasaba a algunas compañeras de pupitre, ni tampoco estoy desencantado y vencido por el cinismo. Pero conozco bien a ambos y los entiendo. Si no comprendes a tus personajes es imposible escribirlos, aunque se comporten y hagan cosas que tú no harías.
Tengo entendido que el guión surge de una anécdota real? ¿Alguna pista?
Sí, de un hombre y su amante que se quedaron encerrados en un váter un fin de semana de verano y nadie escuchaba en el edificio sus gritos porque todos estaban de vacaciones. Pero lo único que mantuve de la anécdota real es que, al parecer, el tipo gritaba de tanto en tanto: «¡Vecinos!».
Casi toda la película se desarrolla en ese cuarto de baño del que hablas. Concentrar la acción en un lugar puede ser una riqueza o una limitación? ¿Hay alguna escena en concreto que haya sido difícil de resolver o que se haya tenido que eliminar por esta cuestión?
Hay recortes como en todas las películas, pero nos mantuvimos fieles al guión y al desarrollo propuesto. Para que algo funcione, antes tiene que funcionar sobre el papel. El rodaje es demasiado exigente, tenso y abrumador como para andar inseguro y buscando soluciones que no has encontrado antes. Tener pocos escenarios permite ajustar mucho las cuentas.
¿Cómo ves los recortes en cultura y la situación del cine en España?
Los veo mal, pero no creo que el papel del Estado sea tan importante como el de las televisiones, que son las que han hundido el cine español y lo están convirtiendo en algo precario. Solo conceden presupuesto holgado a las películas que les interesa ver en sus canales con mucha audiencia. Se ha perdido el espacio para un cine creativo y más minoritario, que debería tener su rincón como lo tiene en cualquier país civilizado. Pero aquí el dinero manda sobre la vocación. Así que menos hablar del gobierno y más de los que verdaderamente deciden qué películas se pueden hacer en nuestro país.
A pesar de las dificultades para producirla, la película ha tenido muy buenas críticas en el extranjero. ¿Por qué crees que es?
Parece una película muy local que fuera de un contexto determinado no podría entenderse. Quizá las cosas esenciales de la película se entienden más allá del contexto de la España del 87, que seguramente es algo que interesa mucho aquí, pero que no tiene una lectura tan concreta fuera. Les gustó la relación de personajes, el riesgo y la sensibilidad, al menos eso fue lo que destacaron los mejores comentarios. Pero claro, allí también te miran con menos prejuicios que aquí.
¿Se valora más el cine español en el extranjero que aquí? Cada vez más (fuera del mundo del cine), muchos jóvenes van a buscar oportunidades laborales fuera de nuestras fronteras. ¿Hay que salir de España para lograr el éxito profesional?
Mira, para mí un caso escandaloso es Todos sois capitanes, de Oliver Laxe. Ha pasado por cientos de festivales, con premios y mucho reconocimiento, y en España se estrenó en una sala apartada durante una semana y fue imposible que nadie la viera ni los medios se acercaran a ella con la generosidad y la curiosidad que merece. Pasa a menudo y convierte a España en un país rácano con sus elementos culturales más minoritarios. Pero qué se puede esperar de un país que solo se siente interpelado patrióticamente cuando alguien nacionaliza un trozo de Repsol y no cuando ve despellejar a su cine cada día en artículos penosos y comentarios insultantes.
¿Se parecería un ?Madrid, 2012? al de la película?
Podría tener gracia, pero los jóvenes de hoy no serían tan pacientes y ambiguos como es María en la película. Ella también quiere obtener algo y sus silencios son concesiones. Los de hoy gritan mucho y no quieren escuchar tanto, pero por dentro viajan las mismas frustraciones que teníamos nosotros.
¿Cuáles eran o son esas frustraciones para ti?
La mayor frustración es no poder poner en marcha todas las ideas que tengo de series de televisión y cine. Dirigir una televisión es mi oficio frustrado, claro. Sin frustraciones uno no es nada.
¿Cual fue su primer trabajo remunerado?
El primer trabajo remunerado fue de actor de teatro infantil donde nos repartimos el dinero y con una revista que hicimos entre tres amigos durante el verano y vendíamos por las casas.
¿Y el primer amor correspondido?
Fue una chica de la que estuve enamorado desde los once años. Aceptó mi amor el día que cumplí catorce.
¿Qué planes tienes para los próximos meses?
Acabar un guión y llevar de vacaciones a mis hijos.