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Bru Romero

Un arroz siempre apetece, por eso no se nos ocurre un mejor alto en el camino para dejarnos mimar que visitar la Arrocería D’stapa, el paraíso para amantes del grano más delicioso. F: Cortesía de Arrocería D’stapa © Arrocería D’stapa.

Arroces como el ciego (gambas, pechuga de pollo y judías verdes) o el de pato con foie elevan la propuesta de la Arrocería D’stapa al olimpo de los restaurantes de obligada reserva

La calle Segovia se cubre de gloria con este restaurante donde desde hace ya algún tiempo las mejores paellas de la capital circulan por las mesas. Un platazo sin filtro y mucho amor que nos obliga, en muchas ocasiones, a ir exclusivamente a probar la especialidad de la casa, que reconforta y gusta a partes iguales.

Así, la Arrocería D’stapa se convierte en una parada obligada, más allá del centro, para los amantes de los sabores de siempre, que saben que el arroz va a su rimo y no le valen las prisas. Un lugar donde disfrutar de la cocina mediterránea en su más sabrosa escenificación, una arrocería que no sucumbe a esa extendida tendencia de subir los precios y bajar la cantidad en el plato.

Un disfrute para los sentidos donde platos como sus torreznos a baja temperatura con sal rosa del Himalaya, la milhojas de morcilla y compota de manzana o el carpaccio de Black Angus con queso viejo y rúcula se convierten en los mejores adelantos para arroces como el de la huerta, el de boletus con jamón, el caldoso con bogavante o los ya clásicos del Senyoret, a banda y valenciano, que nos sirven para no necesitar más nada, y sí una sobremesa sin sobresaltos.

¿Postre? Si nos obligan, no tendremos más remedio que entregarnos a su helado de turrón o a su tarta casera de zanahoria, que está de muerte. Volverás fijo.

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