Comer en un restaurante es una experiencia que (ya sea de día o de noche) gusta a todo el mundo. Dejarnos sorprender por esos platos que ya estén o no especialmente elaborados, mejoran cualquier opción foodie que quisiéramos marcarnos en casa pero que dada la rutina semanal hace imposible su ejecución con nuestras propias manos. Es ahí, justo en ese momento, cuando una reserva en el restaurante Babel se hace más que necesaria. ¿Por qué? Porque te hace sentir como el salón de tu casa. ¿Necesitas más motivos?

En los últimos años, el barrio de Chueca ha reforzado su presencia como meta de esos foodies canallas que pretenden desviarse del recorrido habitual gastronómico marcado por los críticos gastronómicos de postín, para embaucarse en una aventura de sabores, olores, materias primas de cercanía y menús del día (menús de mercado), auténtica especialidad de la casa.

Desde su menú del día a su menú degustación, el secreto está en el producto, en los tiempos y en la pasión puesta en cada plato

Babel recoge todo ese y mucho más. Un local de 285 metros cuadrados donde la familia López-Chicheri se ha encargado de diferenciar los ambientes al gusto del consumidor (y de la ocasión) mientras el espíritu daily family cooking se materializa, la comida casera nubla nuestros ojos y la experimentación está a la orden del día, girando la tuerca y dando como resultado una cocina viva, en constante apuesta mediterránea y donde todo lo que se ofrece en el día, se consume en el día.

De esta manera, su salmorejo cordobés, la cazuela de mejillones o los langostinos en tempura en dos salsas, los bastones de berenjena crujientes sobre hummus y miel de caña, la focaccia de pisto manchego y huevo frito con puntilla, la ensaladilla rusa o sus bravas que son pura droga, el pan bao relleno de pollo, las alcachofas fritas con esencia de trufa negra y miel, la fideua del mar, el tartar de dos salmones marinado en soja con aguacate y el rabo de toro deshuesado sobre cremoso de patata o una presa ibérica en tataki con glassé teriyaki y toques cítricos mantienen la frescura del producto de mercado tradicional.

Un Babel en el que a pesar de lo variopinto de sus propuestas en carta, se consigue que todas las especialidades se entiendan entre sí, se mantengan sólidas en su conjunto y se coordinen adecuadamente con vinos españoles de muy selecta referencia que logran, sin duda, su objetivo: hacerte sentir como en casa cuando lo necesario no es realmente celebrar sino disfrutar (por disfrutar) de semejantes productos sobre la mesa.