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Ariana Díaz Celma

Casa Ràfols fue una de las ferreterías más longevas de Barcelona y probablemente uno de los espacios con más historia de ciudad. Si sus paredes hablaran, contarían que en los casi 100 años que estuvo abierta, pasó de todo un poco. El señor Ràfols, creyente confeso, escondió a clérigos prófugos en su sótano durante la Guerra Civil e incluso abrió un túnel secreto que comunicaba con un restaurante cercano que a día de hoy aún existe, aunque durante el período bélico también se sirvió comidas en las tripas del local. Estas son solo algunas de las anécdotas que se cuentan de un espacio que cerró hace en 2013 para abrir una desalmada sede de la Cadena Los Tigres, una aventura que afortunadamente duró poco y que ha desenlazado en la apertura de Casa Ràfols, un restaurante que ha sabido mantener la magia del lugar.

Aunque el letrero de la ferretería sigue colgando en su puerta como hace más de un siglo, ahora el lugar sirve una propuesta de cocina fresca, mediterránea y de mercado. Sus artífices no son nuevos en esto, sino que vienen avalados por proyectos como Casa Lolea o Elsa y Fred, ambos con una fórmula infalible que sigue siendo un referente de las cosas bien hechas en el barrio. El recetario tradicional es la base de una carta en la que se pueden encontrar entrantes como la ensaladilla rusa Ràfols con huevas de salmón, los espárragos cojonudos con verduras a la brasa o el mejillón relleno (aka tigre), injustamente denostado en la gastronomía del siglo XXI y que aquí se reivindica. Imprescindible es el lomo de vaca vieja dry aged con piperrada, con una maduración mínima de cinco semanas y se sirve a partir de 100 gramos, personalizando las raciones en gramaje según el apetito del comensal. Los paladares más sofisticados, pero, optarán por recetas como el foie entier a la plancha con gelatina de naranja, pomelo y chalotas fritas. El pescado, por su lado, es de lonja y pescado según técnicas artesanales como el anzuelo-pincho. No sólo por filosofía, sino también por sabor: el estrés en la merluza, por ejemplo, afecta al sabor, textura y poca rigidez de su carne. Especial mención a los ahumados y marinados en la casa, como el salmón, el bacalao, las sardinas o los boquerones. Su carta, escueta pero contundente, siempre viene acompañada por ocho sugerencias del chef, que cambian con las temporadas.

Casa Ràfols sirve una propuesta de cocina fresca, mediterránea y de mercado

Su cocina, ininterrumpida para más señas -sí, aquí también se puede ir a desayunar-, viene acompañada de postres como el arroz con leche o la tarta de manzana Ràfols, un punto dulce a una carta creada por el chef Txemi Andrés Alonso, que viene directo del Grupo Sagardí. Para hacerla realidad, se abastece, por poner algunos ejemplos, de proveedores como la bacallaneria Ràfols, las Anchoas Pepe, Rougié o la panadería Solà de Argentona, que tiene un corner dentro del establecimiento en el que se pueden comprar sus panes de cuatro fermentaciones.

Aunque aún en el aire, Casa Ràfols pretendre abrir en breve el sótano al público, ofreciendo una oferta algo más sofisticada en medio de un decorado que nos recordará a los antiguos clubs de jazz y donde se llevarán a cabo conciertos esporádicos. Todo bajo las bóvedas invertidas de 1871, una rara avis en la arquitectura barcelonesa que los entendidos apreciarán con gusto. Comer o cenar te costará alrededor de 25/30€, dependiendo del vino con el que decidas maridar tu apetito.

 

 

 

 

 

 

 

Detalles




  • Dirección: Ronda Sant Pere 74
  • Horario: L-D 09:00-00:00
  • Teléfono: (+34) 93 625 82 00
  • Tipo: Restaurante
  • Web: http://www.casarafols.com/