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Ariana Díaz Celma

Hace apenas un año hablábamos de La Balabusta, restaurante que nos acercaba al sabroso universo Ottolenghi de la mano de Ronit Stern, cuyo know-how es también conocido por el archiaclamado Auto Rosellón, situado a escasos metros. Pues bien, desde hace unos meses, la chef ha decidido emprender una nueva aventura ganadora bajo el alias de Flying Monkey. Con un aire más laxo que el primero, aunque con el mismo sabor a Oriente Medio, este nuevo espacio acerca el barrio de Sant Gervasi de Barcelona a sabores exóticos ejecutados con producto de proximidad. F: Cortesía de Flying Monkey

Con un aire más laxo que La Balabusta, aunque con el mismo sabor a Oriente Medio, abre Flying Monkey en el barrio de Sant Gervasi

Marcela Albuja dirije una sala tan pequeña y acogedora como un hogar, desde donde se puede vislumbrar cómo la chef Mariana Maio factura recetas del imaginario de Ronit, cuyo pasaporte israelí se adivina en cada uno de los bocados. No obstante, y como gran viajera que es, también se pueden encontrar influencias internacionales, que responden a los sellos que el pasaporte de Stern acumula alrededor del mundo.

Cada plato es un juego de armonías que no solo se siente en el paladar, sino que a priori entra por la vista, gracias al contraste de ingredientes y colores de los mismos y que en un primer estadio también abrazan al comensal por el olfato. Las recetas más informales, aunque siempre exquisitas con influencias de Oriente Medio, se concretan en la sencilla –y deliciosa– ensalada de mozzarella, tomate y albaricoque; el bocadillo de roast beef, el vitello tonato, la rusa ‘no tan típica’ o la tosta de atún bluefin con salsa matcha.

© Flying Monkey

Cada plato es un juego de armonías que no solo se siente en el paladar, sino que a priori entra por la vista y abraza al comensal por el olfato

Como Ronit y Rafael Campos, su socio y compañero de aventuras, saben cuál es el caballo ganador, la carta también incorpora best sellers de otros de sus restaurantes, como los bikinis de estilo propio o la berenjena asada con tahini. Lo mejor: esta suculenta carta se puede acompañar de vinos naturales, que si bien están en una carta sencilla, es muy efectiva para acompañar las recetas relajadas de Flying Monkey. Los postres, muy en la línea de lo que conocemos ya de sus creadores, son 100% caseros y elaborados sin productos refinados, como es el caso de su puding o del cheesecake.

Como en todos los retaurantes de la casa, Flying Monkey elabora todo su pan in situ, o en la puerta de al lado para ser más precisos. Next door encontramos OZZ, una panadería en la que a diario se hornea un increíble pan rústico, pero también el challah –pan judío que se come los viernes coincidiendo con el shabat–, así como sus barras de cereales. Obviamente, todos están elaborados con masa madre y harinas ecológicas.

© Flying Monkey

El festín informal que ofrece Flying Monkey se degusta en un espacio cuyo concepto creativo e interiorismo vienen de la mano de dos nombres muy fiables: The Thing Thinks y Espacio en Blanco. Comer o cenar en este pequeño osasis en la calle Amigó te costará alrededor de 25/30€, aunque si te acercas un mediodía podrás probar su menú de mediodía por 17,90€.

Detalles




  • Dirección: C/ d'Amigó, 37
  • Horario: L: de 09:00h-20:00h | M: de 09:00h-23:30h | MX-V: de 09:00h-00:00h | S: de 09:00h-20:00h | D: 09:00h-16:00h
  • Teléfono: (+34) 608 35 08 38
  • Tipo: Restaurante
  • Web: https://www.instagram.com/flyingmonkeybcn/