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Raquel Bueno

El preciosismo de las imágenes de Teresa Freitas es, sin lugar a dudas, digno de mención. Y es que cuando ves por primera vez una fotografía y tienes que acercarte a ella hasta prácticamente tocarla con la nariz para determinar si es un cuadro o no, sabes que es buena. Una recarga completa de pilas e inspiración para esta jornada domingal. F: Todas las imágenes cortesía de Teresa Freitas

Freitas utiliza su trabajo como vehículo para separar sutilmente sujetos de la realidad, transportándolos a un imaginario teñido de colores pastel

Con base en su ciudad natal, el pueblo costero a las afueras de Lisboa Cascais, Freitas utiliza su trabajo como vehículo para separar sutilmente sujetos de la realidad. Éstos son, con éxito, inmediatamente transportados al imaginario de la artista, teñido de colores pastel ligeramente alterados y una exposición que aporta, en palabras de la fotógrafa para It’s Nice That, una sensación cinematográfica a su trabajo personal, que moldea algo que parece salido de otros mundos.

La fotografía de la portuguesa es la herramienta que le permite documentar su perspectiva del mundo, con un resultado que –por encima de cualquier otra cosa– trasmite paz. Su estética, consistente como pocas, es fruto de una experiencia amplia en el sector de la creatividad; y se basa, esencialmente, en un dominio brillante de la edición: tono, saturación, luminosidad, exposición y contraste, combinados con una mirada excepcional, hacen la magia.