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Bru Romero

Se acerca el fin de semana y, con ello, las crecientes ganas de reservar en algún restaurante molón donde entregarte de lleno a su oferta culinaria y a ese bebercio rico que tanto se ha echado en falta durante la semana. Con esta alegría y jolgorio que ya corre por las venas, no nos queda otra que hacer reserva en Casa Mono, uno de lugares más cool de Madrid. F: El interior de Casa Mono, a través del objetivo de Luzestudio. © Luzestudio

Cocina, bebidas y amigos son las tres incógnitas que Casa Mono despeja y que dan un único resultado: ¡pla-na-zo!

Situado casi en la linde que separa Argüelles de la zona de Plaza de España, Casa Mono se abre al público como un gran oasis en medio de tanto barullo. Sus aires cosmopolitas y estética que alimenta la vista –firmada por un siempre certero Lázaro Rosa-Violán– nos dan una buena idea de lo que está por llegar. Y es que pocos restaurantes hay que impresionen tanto a la manera que lo consigue Casa Mono.

Un local dividido en cinco ambientes que se adaptan absolutamente a tus necesidades (y momentos del día), y donde ya sea para picotear algo, comer, merendar, cenar o brindar hasta que el cuerpo aguante, siempre se es bienvenido. Un restaurante a medio camino entre las tabernas castizas de toda la vida y los sofisticados locales neoyorquinos que, más allá de perderse en un marco de lo más bonito, ofrece una cocina con mucho fundamento y con mucho sabor.

Una carta de platos mediterráneos y toques de lo más internacional que nos dejan sobre la mesa grandes éxitos como su ensaladilla cremosa con gambón, vieiras con aguacate y vinagreta de mandarina y lima, bombones de foie y mermelada de higos, sardinas ahumadas con espuma de salsa verde, berenjena a la parmigiana, zamburiñas a la plancha con ajillo, gyozas japonesas con ensalada de wakame, tajín de cordero con salsa de yogur y menta, hamburguesa con queso cheddar en crema, cochinillo deshuesado crujiente, lomo de pargo rojo a la parrilla, bacalao skrei confitado con tomatitos infusionados y un tiramisú de la mamma con bizcocho savoiardi o una tarta de dulce de leche con galleta que ponen la guinda más dulce a este viaje que debería durar un poco más, brindando con unos cócteles de autor, de esos que te roban la razón pero no las ganas de seguir pasándotelo pipa el resto del fin de semana.

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