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Hiroshima presenta All By Myself, la segunda pieza de Alejandro Curiel acompañado en escena por la Cia. Buena Bella Dulce. Una radiografía de la generación nacida en los 80 y su relación con la soledad y con la muerte. Un viaje íntimo y autobiográfico al pasado y al futuro de un chico homosexual de treinta y pico.

Un salón ordinario con un habitante ordinario. Un invitado parece prometer una fiesta que palie la soledad del anfitrión hasta que ambos rehuyen la confraternización para recrear la historia de un paleontólogo asesinado en algún lugar de Italia y para hablarnos de él, Alejandro, con 30 años y soltero desde hace 30 años: al final, dicen, lo que cuenta es dejar de estar solo. La entrada de dos invitadas más convierte el salón en un desenfocado remedo de Friends (aunque Alejandro siempre ha sido más del Un, dos, tres…) situado en una España en la que la cultura popular es fuente ideológica y validadora constante de la “pareja-pareja” pero que, bajo el influjo de Amistades peligrosas, lucha por encontrar un equilibrio entre el compromiso y la diversión. En una sociedad que no sabe si un soltero empedernido es un casposo solterón o un single liberado, este grupo de amigos, o de conocidos, o de gente que se ha reunido alrededor de un sofá para hablarnos y cantarnos acompañados de un teclado, se permite leer un perfil de GayRomeo sobre una copla de Rocío Jurado y practicar el kama sutra por la mitad (es decir, con la mitad que queda inscrita bajo la piel de un solo individuo) y sueña con reinventar los añorados paseos dominicales con la novia bajo el signo de una inquietud política (o de la inquietud por la desinquietud sobre la política) remozada por los efectos de la cocaína.

Curiel utiliza todas las herramientas a su disposición para crear paisajes escénicos para describir una sensación, una emoción.

Él, decíamos, está soltero, y está solo: es posible que la soledad esté infravalorada como factor de riesgo para ahogarse en la pecera del salón de casa, pero también lo está como epidemia que, imparable, nos hace olvidar que el ser humano es un ser gregario y que nuestra civilización nació, quizás, en algo no tan distinto a la terraza de un bar.

Curiel utiliza todas las herramientas a su disposición para crear paisajes escénicos para describir una sensación, una emoción. Toda la pieza está atravesada por dos hilos conductores: los recuerdos de su niñez como homosexual y la historia de los cadáveres de dos amantes descubiertos por un paleontólogo en una excavación. La niñez, la adolescencia, la búsqueda de la belleza física de la juventud y del recuerdo del primer amor debajo de una alfombra.

Tenéis tres días para disfrutar de esta pieza. ¡Nosotros no nos la perderíamos!



Detalles

  • Qué: All by myself de Alejandro Curiel
  • Cuándo: 24, 25 y 26 de junio
  • Cuánto: 13 euros
  • Dónde: Sala Hiroshima