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Bru Romero

Si Raffaella Carrà ya decía que para hacer bien el amor hay que ir al sur, es de ley apostillar que para comer bien, también, podemos aprovechar el viaje. Pero como hay momentos en los que pillar el transporte de turno no es lo que más nos apetece, no hay nada mejor que ir a comer a Surtopía, que es lo más cercano a estar en Andalucía y con vistas al mar. F: Todas las imágenes cortesía de Surtopía

Comer productos andaluces en Madrid nunca fue más auténtico, y es que reservar en Surtopía y sentarte a la mesa es todo un disfrute de principio a fin. Un verdadero homenaje a la cocina de la tierra de la Jurado, que sabe cómo atraparte y fidelizar hasta el final. Un local que, a punto de cumplir la década en la capital, apuesta por el recetario de toda la vida pero con esa pizca de creatividad y arte que solo los andaluces saben exportar.

Si estás en plan vago y no te apetece ni menearte, no pasa nada, en Surtopía te lo llevan a casa con su servicio take-away. A pedir de boca

Un Surtopía regentado por el chef sanluqueño José Calleja, que sabe exprimir al máximo las materias primas con las que cuenta para hacer magia en una cocina que huele a clásico y sirve pura fiesta. Un restaurante que, dividido en dos ambientes, sigue apostando por la esencia más que por el artificio, notándose en el resultado final.

Y es que si algo tiene muy claro Calleja es que teniendo un producto como el proveniente del sur de España, para qué queremos más. De ahí que los pescados provengan de las lonjas almerienses y gaditanas, las carnes de Huelva y Córdoba, los quesos de la sierra de Grazalema, los vinos de Málaga y los aceites de Sevilla o Jaén.

Pero, ¿entonces qué pedimos? Pues la ensaladilla de langostinos aliñaos, las croquetas de rabo de vaca sanluqueña, el cazón en adobo de mantequilla, sus buenísimas tortillitas de camarones, el ceviche de pez espada, la urta a la sal en salpicón de pimientos asados, el jarrete de cerdo con parmentier de puchero ibérico, su arroz con chocos y pulpo, el carpaccio de gamba roja al ajillo o su calamar en aceite de pimienta que quita, literalmente, el sentío’. ¿De postre? Nada como su rebujito de lima y limón o su tarta fina de manzana. Babear es poco.

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